Sin ninguna duda el mercantilismo
es una de las grandes teorías económicas de la historia. Pero al mencionar
dicho término muchas veces no tenemos en cuenta el propio carácter tan global
del mismo, y que por tanto la multitud de matices que debemos añadir hace que una
importante parte de los historiadores se han replanteado que posiblemente el
mejor término para definir el mercantilismo sea “sistemas mercantilistas”.
Explicaremos en que se basan dichos historiadores para defender esta postura,
que sobre todo gira en torno a la diferencias entre los modelos implantados en
los principales reinos europeos a lo largo del siglo XVI, XVII y XVIII.
Antes de recalcar las diferencias
entre los modelos mercantilistas (Inglaterra, Francia y España) vamos a definir
justamente lo contrario, es decir, ¿qué tienen estos en común?:
-
POBLACIONISMO: El Estado es más rico si su
población crece, pues crece la producción y aumentan las ganancias en impuestos.
-
BULLICIONISMO O METALISMO: Es la teoría que
defiende que una de las bases donde descansa el Estado es en la producción o
control de los yacimientos de metales preciosos, y la capacidad de acuñación de
moneda.
-
COMERCIO: Ante una falta de esos recursos
metálicos corresponde al comercio y a los comerciantes el conseguirlos en el
mercado internacional.
-
BALANCE COMERCIAL: El fin último, relacionándolo
con el comercio, de un Estado es conseguir una balanza comercial positiva,
donde la cantidad de productos que se venden en el mercado (productos producidos
dentro del Estado) sea mayor que los productos introducidos dentro del Estado
(que están producidos en otros Estados).
Estas son las características
básicas comunes, ¿cuáles son las diferencias? Esto dependerá del Estado donde
este sistema se implante, adaptándose a las condiciones y factores de cada uno
de los reinos.
En Inglaterra se define durante
el mandato de Oliver Cromwell en esa “dictadura republicana que implanta. Con
la restauración de la monarquía en Inglaterra el modelo que ahora veremos
tendrá algunos cambios, pero esencialmente sigue una misma línea hasta el siglo
XIX. Esencialmente se basa en establecer controles exhaustivos al comercio
marítimo con el fin de beneficiar a los trabajadores y las compañías inglesas,
compañías que pese a tener un importante capital privado son defendidas y
protegidas por el Estado (“Navigations Acts”). Prohibió el comercio con
colonias pro-monárquicas (acontecimiento que tras la muerte de Cromwell si que
cambiará). De algún modo era un modelo muy proteccionista que intentó vencer
comercialmente a las Provincias Unidas. Tras la restauración esta guerra
comercial con las Provincias Unidas prosigue, incluso llegando a conflictos
armados (guerras).
En el caso de la Monarquía
Hispánica el mercantilismo no tuvo un desarrollo como el que tuvo en Inglaterra
o Francia. Aunque trae a grandes especialistas de diferentes campos, no fue
capaz de ir “más allá” por, entre otras cosas, sus conflictos políticos
internos. Hasta el siglo XVII fue un mercantilismo débil y protector (claro que
había prácticas plenamente mercantilistas, pero no vemos una estructuración
exhaustiva del Estado). Hasta el siglo XVIII no se dan medidas de verdadero
éxito y es por tanto con la llegada de los borbones al trono de España. Es un
mercantilismo por tanto tardío.
Cuando pasamos a definir el caso
de Francia es obligatorio hablar de la labor de Colbert pues es, para muchos,
este sistema mercantilista francés, el modelo mercantilista por excelencia. Antes
de la llegada de Colbert a la dirección de la economía francesa, Francia era un
país que pese a su potencial político y militar tan abrumador (ya con un Luis
XIV y un poder monárquico, ya con la muerte
de Richelieu, incontestable), no tenía un crecimiento económico que se pudiera
comparar con el de Inglaterra o las Provincias Unidas. Sólo la proto-industria
textil en zonas como Bretaña, Picardía o Normandía podía equipararlas en
niveles de crecimiento anual. Según Colbert se pone al mando de las finanzas
francesas, comienza un paquete de reformas importantísimas para Francia.
Propulsar el comercio y el colonialismo, y la producción interior serán sus
prioridades, algo puramente mercantilista. Otro cambio importante de este fue
la reforma administrativa. Antes de la llegada de Colbert un 25% de los
impuestos no llegaban a la corona por la corrupción burocrática, mientras que
tras sus reformas esto no supera el 4%. Su otro gran éxito fue conseguir que el
interés de la deuda de la corona bajase notablemente, pasando, en dos años
(1681-1683), de 23 millones de libras a 8 millones.
Es por todo esto que el colapso
de la monarquía francesa se logró retrasar, algo que pese a todo era
inevitable, pues las deudas de Luis XIII y Luis XIV todavía se estaban pagando
en los momentos previos a la revolución (1789). Es este modelo de Colbert el
que, para mucha historiografía, escenifica más puramente el mercantilismo.
Llegado a este punto podemos
verificar como es posiblemente un mejor concepto “sistema mercantilista” que “mercantilismo”.
Las diferencias son claras entre unos sistemas y otros, por un lado el sistema
inglés, que cede un papel muy importante al capital privado en el comercio,
enfrentado a los modelos francés y español, donde el control del mismo comercio
es más pleno y completo. En definitiva, es un debate abierto aún en la
actualidad, pues pese a estas diferencias los elementos comunes son claros. El
debate en cualquier caso, a mi juicio, ha ayudado a clarificar y hacer ver que
este sistema económico no es, ni mucho menos, un sistema homogéneo.
MANUEL CANO RUIZ-OCAÑA.
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