El
tráfico comercial de más importancia era aquel que aseguraba el abastecimiento
alimenticio de las ciudades. En el contexto de las economías con escasos
excedentes agrícolas, las concentraciones de población no agrícola se
encontraban en una posición muy expuesta y cuestionada. Tras los movimientos
comerciales que se habían desarrollado a lo largo de la Edad Media, se comienza
ahora a delimitar cuidadosamente las áreas de abastecimiento de cada ciudad.
La
tarea de abastecer a poblaciones no agrícolas de dimensiones considerables generó
una demanda que no podía ser cubierta con el sistema medieval que se había
mantenido hasta ahora. El problema del aprovisionamiento de alimentos se
agudizó sobre todo en el Mediterráneo mucho antes del siglo XVII. Las grandes
ciudades italianas, desde hacía tiempo, eran abastecidas desde centros
productores lejanos. A esto se unieron durante el siglo XVI las ciudades en
crecimiento de la Península Ibérica y la demanda de los colonos del Nuevo Mundo
y de los marineros que a él se dirigían. El sistema de aprovisionamiento urbano
era aprovecharse del poder Real para cebarse en los productores de grano.
En
España, se fijaron unos máximos para los precios del grano en 1539. Es aquí
donde se canaliza la exportación del grano hacia sus destinos económicos y
políticos apropiados mediante un sistema de permiso de exportación o tratte. Será falta de iniciativas que
provoquen estos controles junto a la debilidad técnica y social de la
agricultura del Mediterráneo lo que limite la capacidad de respuesta a la
creciente demanda de grano.
La
década que comienza en 1590, hace que el Mediterráneo sufra una crisis de
escasez de alimentos que supone un momento clave en su historia económica. Se
apreciará un alivio a corto plazo en los problemas de la oferta de grano a
principios de esta década en forma de barcos holandeses e ingleses repletos de
grano del Báltico. Los episodios de hambre crónico de la región se vio aliviado
durante los siguientes cincuenta años gracias a los barcos del norte de Europa,
en concreto holandeses. Amsterdam, el punto de llegada del grano báltico se
convirtió así en el centro destacado del grano. Junto a ella, otras ciudades
contaban ya con una eficiente flota de fluits
que embarcaban anualmente suficiente grano como para alimentar a más de medio
millón de personas.
Muchas
transacciones en el comercio del grano serán negociadas por intermediarios
profesionales en lugares frecuentados por los comerciantes más que en el
mercado libre. En líneas generales, la comercialización de los alimentos en la
mayor parte de países como Inglaterra se reorganizó para abastecer de forma
eficaz a Londres. El Estado nombró a jueces de paz locales para asegurar así
las provisiones locales de alimentos mediante la implantación de las antiguas
leyes contra el acaparamiento, compra privada de mercancías antes de ser
puestas en venta al público, y la reventa, su adquisición para ser vendidas
otra vez en el mismo mercado o en un cercano.
Será
hacia 1700 cuando la preocupación del gobierno no era mantener -como hasta
ahora sucedía- alimentada a la población ciudadana, sino cómo despejar el
mercado nacional de una excesiva provisión de grano.
Adriana
Blázquiz González
Bibliografía:
DE VRIES, Jan, La economía de Europa en un periodo de crisis: 1600-1750, Madrid, Cátedra, 1982.
DE VRIES, Jan, La economía de Europa en un periodo de crisis: 1600-1750, Madrid, Cátedra, 1982.
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