sábado, 2 de noviembre de 2013

REFORMISMO BORBÓN EN ESPAÑA: SOCIEDADES ECONÓMICAS Y REALES FÁBRICAS


En un contexto dentro del siglo XVIII de Ilustración (con todo lo que conlleva sus principios) y del reformismo borbónico, aparecen en escena las denominadas Sociedades Económicas de Amigos del País, unas organizaciones de tipo privado (particulares) que buscaban el desarrollo económico y cultural del país y que aglutinó a importantes personajes pertenecientes a la nobleza, mundo de los negocios, artesanos y numerosos cargos públicos. Según su propia definición se crea por la marginación a la que se había sometido a campos como el cultivo o, como define Francisco Simón Segura, artes útiles. Una vez creadas la Corona borbónica impulsa, apoya y propulsa estas iniciativas aunque, como hemos dicho, son unas organizaciones puramente privadas.

La primera sociedad económica creada en España fue la Sociedad Económica Vascongada que en 1765 es fundada en el actual municipio de Vergara (Guipúzcoa) por una serie de ilustrados como el Conde de Peñaflorida o el Marqués de Narros. Esta fue la iniciadora pues, desde este momento y hasta el año 1807, se contabilizaron en España la creación de unas 120 sociedades económicas de amigos del país. ¿Qué actividades ejercían estas sociedades? Por un lado una actividad teórica muy importante pues se publicaron lo que ellos mismos denominaron “Memorias”, que eran trabajos o estudios elaborados por los propios socios en los que se exponían ideas o teorías sobre los diferentes campos del estudio económico (agricultura, comercio, manufacturas…etc.). Por otro lado, desde el punto de vista práctico, se crean pequeñas, aunque destacables, escuelas especiales que se enfocan a un determinado tipo peculiar de enseñanza, donde las más comunes fueron las de dibujo, matemáticas o agricultura. Se suceden a la creación de la Sociedad Vascongada otras fundaciones en Madrid, Segovia,  Sevilla, Valencia, Palma de Mallorca o Zaragoza, entre otras ciudades. Toda esta actividad teórica y relacionada con esas escuelas especiales (enseñanza), son sin duda un importante punto de apoyo hacia la política económica borbónica pues, de alguna manera, se difunden a una mayor escala los valores que la ilustración quería impulsar.
Estas sociedades, se unen al intento de modernización de la producción por parte de los borbones con la creación de las Reales Fábricas y generan un gran cambio en el sistema económico del país. Estas Reales Fábricas, se generan ante la situación artesanal del país en la primera mitad del siglo XVIII cuando, según datos de Francisco Simón Segura, de los 180.000 artesanos que se contabilizaron en fecha de 1765, cerca de 100.000 eran maestros y sólo unos 15.000 aprendices, con índices muy bajos de producción, lo que no auguraba un buen futuro para el sector productivo del país. Con las Reales Fábricas, en resumidas cuentas, se buscaba cubrir la producción de productos de lujo (que consumía la corte) y bienes estratégicos (como el armamento). Finalmente los ingresos de las Reales Fábricas fueron escasos como para poder cubrir los gastos que ellas generaban (pues no se escatimó en gastos y se construyeron grandes edificios de difícil manutención), generando aún más gastos en la Corona y en algunos casos (como con la fabricación de paños) generando un stock que fue difícil de situar en el mercado. Las más destacadas fueron la de tapices de Santa Bárbara, la de porcelana del Buen Retiro, la de cristal y vidrio de La Granja, las fundiciones de Liérganes y La Cavada o las fábricas de armas de Barcelona, Ripoll u Oviedo (entre muchas otras).

Aunque en definitiva las Reales Fábricas tuvieron un final negativo para el país por el endeudamiento que supuso, las sociedades económicas traen consigo el inicio de los debates de tipo económico/político en España (que ya se estaban dando en otros países europeos con una mayor influencia ilustrada), que llegan a su cumbre con la evolución del siglo XIX y el pensamiento del liberalismo económico.

BIBLIOGRAFÍA:


SIMÓN SEGURA, F., Historia económica, Ediciones Académicas S.A., Madrid, 2001.



Manuel Cano Ruiz-Ocaña.

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