Desde la llegada de
Tokugawa Ieasu al poder a finales del siglo XVI tras una cruenta guerra civil y
la imposición del shogunato Tokugawa, se había mantenido una estructura
económica sin muchas variaciones, así como una estructura social, pero esta
dinámica se verá destruida en una grave crisis a finales del siglo XVIII,
provocando de esta manera el inicio de la decadencia del shogun y el bakufu.
Algunos de los problemas económicos que se dieron son:
El aumento progresivo
de los gastos, que superaba en gran medida al de los ingresos, juntándose a un
período de hambruna, unas hambrunas que ya tenían su precedente décadas atrás y
que asolaron gran parte del territorio del shogun, afectando principalmente a
los campesinos. Los dirigentes shogunales no supo reaccionar adecuadamente,
impulsando una política de austeridad, devaluación monetaria, condonación de
deudas, fijación de precios por parte del gobierno, imposición de medidas que
perseguían a los comerciantes, ya que se habían ido enriqueciendo
progresivamente mediante el comercio y los préstamos y dentro del pensamiento
japonés eran considerados como estériles en la sociedad al no contribuir a la
misma, llegando incluso a condonar las deudas que habían llegado a contraer los
daimios y requisando productos y bienes de los comerciantes más adinerados. Los
daimios se endeudaron en gran medida por el surgimiento de otras necesidades
provocadas por el auge de ciudades y nuevas prácticas dentro de las mismas, y,
como los daimios seguían dependiendo de la economía agraria, pues acababan
ingresando menos de lo que gastaban, y se impusieron más medidas por parte del
daimio ‘’ para satisfacer su demanda como la producción de cosechas pagadas en
metálico, así como de productos industriales para exportar a otras regiones ‘’[1].
Con las nuevas prácticas que estaban realizando los daimios y los samuráis, los
gastos aumentaban de forma drástica, como hemos comentado anteriormente, y con
la contracción de deudas, llegaron también a ‘’ quedarse ocasionalmente con
parte del estipendio de arroz de sus criados, o a pedirles que les ‘’prestaran’’
un cierto porcentaje del mismo. Otros solicitaron a sus criados que aceptaran
reducciones de su estipendio de hasta un 50%, lo que, obviamente, acentuó los
problemas económicos de los samuráis ‘’[2].
La crisis, como se ha
visto, no solo afectaba a los daimios y samuráis, sino que también afectaban en
gran medida a los campesinos, ya que se añadían a los efectos de la crisis las
medidas impuestas por el shogun y los daimios. A los campesinos les afectó
notablemente la devaluación de la moneda, así como el progresivo encarecimiento
de la vida sin el correspondiente aumento de los salarios y aumentando los
precios, así como la brutal subida de impuestos que sufrieron para que los
daimios pudieran hacer frente a las deudas contraídas, la entrega de una mayor
parte de la cosecha, etc., pero se había ido dando un incremento de la
producción y del cultivo de tierras notable durante todo el período Tokugawa
pero por todo lo que se ha mencionado anteriormente no pudo notarse mucho las
mejoras de las condiciones de vida de los campesinos, y todo esto va a provocar
un notable descontento no solo en las capas altas, sino también en los
campesinos, pudiendo canalizarse este descontento en las numerosas revueltas
campesinas que hubieron.
Bibliografía:
- HANE, M.: Breve historia de Japón. Madrid, Alianza
Editorial, 2011.
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