COLBERT
Y LA ECONOMÍA FRANCESA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVII
Jean-Baptiste
Colbert nació en Reims en 1619 en el seno de una familia dedicada a las
finanzas y el comercio. Aunque de origen plebeyo, Colbert logró ascender de
unos puestos a otros con progresivo éxito, gracias a la influencia y fortuna de
su padre en los primeros años y debido a su eficiencia una vez introducido en
los círculos de poder. Al principio trabajó sobre todo como ayudante para otros
cargos de prestigio; tal es el caso de su labor al servicio de Michel Le
Tellier, Subsecretario de Estado de Guerra. En 1651 ya trabajaba para el
Cardenal Mazarino y en 1659 su influencia era tal que pudo acabar con el
Superintendente de Finanzas, Nicolás Fouquet. En 1661 el propio Colbert ocupaba
el cargo vacante. Su carrera no quedó aquí, sino que fue completándose hasta
convertir al gestor en figura inseparable e imprescindible del mismo Monarca.
El
contexto más amplio en el que podemos encuadrar a este personaje es el de una
Europa reordenada por y heredera del sistema westfaliano, además de paces
paralelas como, para Francia, la de los Pirineos de 1659. El gran perdedor en
los conflictos que se resolvieron en 1648 y 1659 probablemente fuera el Imperio español que no sólo perdía
territorios a lo largo del Camino, sino en las propias Provincias Unidas, tras
el reconocimiento, oficializado en Münster, de los siete territorios
septentrionales de los Países Bajos. Más aún, perdía en 1659 el Rosellón y la
Cerdaña, aunque ganaba Rosas. Francia ganaba para sí también, en el norte,
Artois, Hinaut y Luxemburgo. Por lo demás, el virtual monopolio americano
hispano se terminaba oficialmente con un pacto con Provincias Unidas.
Nacía
de este modo, además de una Europa replanteada, una Francia vencedora,
ampliada, asegurada en sus fronteras y en su posición de predominio sobre los
Estados vecinos, en especial Alemania, con la soberanía francesa sobre Alsacia
y los obispados de Metz, Toul y Verdún. Westfalia fue, además, un plan de
estabilidad europea que aseguró un periodo de paz relativamente largo. Paz que
aprovechó la Francia de Luis XIV para ampliar hasta el descalabro sus metas.
El
monarca de Francia desde 1643 era Luis XIV, figura de necesaria mención al
referirnos a Colbert. Máximo representante de la monarquía absoluta y heredero
de varias tradiciones –en materia de educación fue influido por Mazarino, en lo
protocolario por su madre Ana de Austria, en su ideal político por parte de
Felipe II, a quien admiraba- Luis XIV desempeñó el papel de rey incontestado,
todopoderoso, tanto en el interior de Francia como frente a otros Estados.
Revestido de poderes como líder reputado del Estado victorioso, el monarca
desarrolló todo un proyecto de modernización administrativa a partir de 1661
que incluía, entre otros organismos, varios Consejos (Superior, de
Despachos, de Hacienda y de Estado), encargados de acelerar la toma de
decisiones y de conducir la política estatal, siempre en función de los
designios reales. El centralismo, la concentración de responsabilidades en
escalones administrativos directamente encaminados a una misma cumbre –el
monarca- y la selección de cuatro secretarios de Estado (Asuntos Exteriores,
Marina, Guerra y Casa Real) fueron premisas fundamentales a la hora de
organizar un nuevo régimen.
Es
en este proceso de remodelación y saneamiento político y económico en el que se
inserta la figura de Colbert y la lógica del colbertismo. En este sentido, la
eliminación de Fouquet, que abre las puertas al nuevo Intendente, se entiende
en un movimiento general de corrección y racionalización de las finanzas estatales.
Así, Colbert representa una nueva casta de burócratas y administrativos,
surgidos de la plebe y forjados por su éxito personal y su carrera personal;
una casta de servidores del Monarca que deben sus puestos a la confianza real o
a la de personajes relevantes de la pirámide de poder, pero que en última
instancia deben su posición a su capacidad para la resolución de los problemas
estatales.
Colbert
se convirtió, desde 1661, en un elemento fundamental del éxito económico
francés. En 1662 Francia lograba un saldo anual positivo en sus finanzas
estatales, hecho que se mantendría hasta 1672 y que sólo dejaría de confirmarse
por el balance de 1668. En 1664 comenzaba una reglamentación arancelaria
destinada a cerrar las fronteras a los productos manufacturados,
fundamentalmente ingleses y holandeses, competidores naturales. También en ese
año se creaba una Compañía Francesa de las Indias Orientales, que sería la
primera de varias destinadas al comercio ultramarino. Un Consejo de Comercio
sería creado con la intención de servir a Colbert de herramienta legislativa
para canalizar su planificación. Mediante él pudo controlar la producción de
manufacturas, que habían de cumplir unos requisitos de calidad que dotaran de
prestigio al producto.
Estas
y otras iniciativas se enmarcan en un cuadro económico general denominado
colbertismo, que a su vez se explica en el contexto del mercantilismo.
Podríamos estructurar algunas ideas fundamentales respecto a la forma de
entender la economía nacional por parte de Colbert de la siguiente forma:
1.
Hay una relación estrecha entre
capacidad industrial y comercial y poder de la nación y del monarca.
1.1 La
capacidad industrial tiene que ver con el incremento de las manufacturas.
1.2 La
capacidad comercial tiene que ver con la competencia marítima y naviera.
1.3 Industria
y comercio son motores únicos del éxito del Estado.
2.
El extranjero es un “enemigo económico”
en acto y un “enemigo militar” en potencia.
2.1 Hay
que igualar el poder naval de Francia a su poder territorial, por motivos
comerciales y militares.
2.2 El
comercio exterior francés tiene que librarse de las importaciones, que son la
victoria extranjera en el conflicto económico, y fomentar las exportaciones.
En
último lugar habría que precisar que existe una revisión historiográfica sobre la
labor de Colbert, en relación a su predominante faceta como administrador y sus
carencias como economista. Pudo haber sido en este sentido, y seguramente no
quepa duda al respecto, un organizador de recursos antes que un teórico.
También cabría comentar que, frente a la generalización del concepto de
“planificación económica” y en opinión de algunos autores, sería más apropiado
hablar de “política económica” en un contexto económico y social eminentemente
agrario en el que una sola mala cosecha podía trastornar, con consecuencias
harto conocidas por los historiadores, varios ejercicios anuales consecutivos.
BIBLIOGRAFÍA
LÓPEZ CORDÓN, María
Victoria y MARÍNEZ CARRERAS, José Urbano, Análisis
y comentarios de textos históricos II. Edad Moderna y Contemporánea. Madrid,
Alhambra, 1982, pp. 138-139.
SANZ
AYÁN, Carmen, “Las monarquías occidentales en la época de Luis XIV
(1661-1715)”, en FLORISTÁN, Alfredo (coord.), Historia Moderna Universal, Ariel, Barcelona, 2012.
AUTOR: Lucas Canteras Zubieta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario