Hablé el otro día de la Villa de
Laredo, e hice mención expresa a su escudo. Esta mención se dio.
con el propósito de enlazar a este otro artículo: Sevilla. Es esta
una ciudad clave en la economía española de la Edad Moderna, por
cuestiones que todos conocemos. En realidad, la importancia capital
de Sevilla viene de largo, pues fue siempre una ciudad próspera, con
algunos altibajos. Por no alejarnos mucho en el tiempo, diremos que
fue el Reino Taifa más próspero de todo el sur peninsular y que, ya
con Alfonso X, se convirtió en capital de facto (pero no de
iure) al ser la ciudad en que más tiempo pasaba el monarca. Fue
marginada por Sancho IV el Bravo, debido a que la población local se
mantuvo fiel al rey legitimo (de donde viene el famoso NO8DO). Pero
recobraría toda su importancia con los Reyes Católicos -el Alcázar
de Sevilla fue por mucho tiempo residencia de los monarcas- y, en
concreto, con el descubrimiento de América.
En los últimos momentos de la Baja
Edad Media la mejora de las condiciones de vida o el aumento de las
necesidades de la población fue causa de la búsqueda de nuevas
rutas que permitieran acceder más fácilmente a las especias y
productos de lujo como la porcelana china. Esta nueva búsqueda de
rutas es, como sabemos el origen del descubrimiento de América por
parte de Cristóbal Colón. Importancia fundamental, por cierto,
tienen las islas Canarias, de las que ya hablamos en el artículo de
Laredo. Como ya dijimos, las islas fueron conquistadas y pobladas con
la intención de cultivar caña de azúcar, pero mayor valor
adquirirían como trampolín para el viaje colombino. Y de la
necesidad de viajar a través de Canarias se vio beneficiado el Reino
de Sevilla, por aquel entonces comprendiendo también la mayor parte
de Huelva y Cádiz.
Una vez empezó a desarrollarse el
contacto con las Américas se concedió a Sevilla el privilegio de
dirigir el comercio y la colonización de estas nuevas tierras de la
Corona. ¿Por qué Sevilla y no Cádiz, o Sanlúcar, o algun puerto
onubense? Básicamente, Sevilla era una población guarecida en el
interior de la Península y, por tanto, difícilmente se podría
llegar hasta ella para arrebatar a la Corona las riquezas obtenidas.
Además, ello permitía también ejercer un mayor control del
contrabando de como podría ser en un puerto de mar. En realidad, no
se impuso un control al comercio hasta que este estuvo ya
suficientemente desarrollado como para que fuera productivo hacerlo.
Podemos comenzar a hablar de esta regulación con las disposiciones
de 1561 a 1566, que regularían el tonelaje de las naves, obligarían
a una mayor potencia de fuego en las mismas y a organizar convoyes
para la protección del grupo. Quedaron, de este modo, establecidas
dos flotas anuales. Es decir, una flota de ida y otra de vuelta, que
aprovecharía siempre las mejores épocas para la navegación en cada
uno de los sentidos.
La llegada de la flota suponía,
evidentemente, la llegada de la plata. Buena parte de esas riquezas
iba directa a las guerras mantenidas por la Corona en Europa y el
Mediterráneo, pero otra buena parte quedaba en la ciudad por el
gasto de los mercantes extranjeros -que eran en realidad quienes
controlaban el comercio americano- en la ciudad. En este sentido, el
epicentro económico europeo pasó de la ciudad de Amberes, dominada
por banqueros flamencos y alemanes, a una Sevilla dominada por los
financieros genoveses.
Muy interesantes pueden ser los versos
de Góngora respecto a esto:
Fénix del Orbe,
que debajo de sus alas
tantos hoy leemos recoge;
Gran Babilonia de España,
mapa de todas naciones,
donde el flamenco a su
Gante
y el inglés halla a su
Londres;
escala del Nuevo Mundo,
cuyos ricos escalones,
en ladrillos de plata,
son navíos de alto borde.
La importancia de Sevilla
en esta época se evidencia porque no sólo se concentra en ella el
comercio americano, sino también el Europeo. Tomás de Mercado decía
de Sevilla en 1571: “la puerta y puerto principal de toda España.
A do se descarga lo que viene de Frandes, Francia, Inglaterra, Italia
y Venecia: y por el consiguiente, de donde se provee todo el reino
destas cosas que de fuera se traen”.
Para explicar el
funcionamiento del comercio sevillano se hace necesario hablar, en
primer lugar, de la Casa de Contratación. La Casa de Contratación
era el órgano central del contacto con el Nuevo Mundo. Fue creado en
1503 junto a la Audiencia de Indias. A su mando estaba el Piloto
Mayor, siendo el primero de la lista Americo Vespuccio. Muy
importante, por no decir que imprescindible, era la labor de
Cartógrafo Mayor, encargado de realizar el Padrón Real. Fue en 1543
cuando la estructura se perfeccionó por primera vez, mediante la
apertura del Consulado de Mercaderes. Los mercaderes, por un largo
tiempo, se reunieron siempre en las gradas en torno a la Catedral. Es
para evitar esto que se pusieron las cadenas que todavía hoy se
pueden ver protegiendo el recinto. El puerto se extendía desde la
Torre del Oro (recordamos nuevamente el artículo de Laredo) hasta el
puente de barcazas de Triana. Es lo que se conocía entonces como el
Arenal, nombre que se ha mantenido para el barrio que actualmente se
asienta en esos terrenos. Cerca de la Torre del Oro se encontraba la
Casa de la Moneda, lugar donde se acuñaba la plata procedente de las
Américas, con el fin de poder obtener un mayor beneficio de esa
plata. Cerca se encontraban (y siguen ahí) las atarazanas, pero con
una función ya muy distinta de la original: el edificio había
quedado convertido en una lonja.
Del caudal de riquezas
llegadas a Sevilla dan cuenta los numerosos edificios construidos en
la época: el Ayuntamiento de Sevilla (con una fachada plateresca
jamás terminada), el Hospital de las Cinco Llagas, los edificios ya
citados de la Casa de la Moneda y del Archivo de Indias
(originalmente construido como lonja), etc. También proliferaron los
monasterios y, no por casualidad, empezó el esplendor de la Semana
Santa Sevillana. De esta época son hermandades como la de San
Isidoro o adquieren mayor esplendor otras como la de la Vera-Cruz.
Al principio del comercio
americano, lo único que llegaba a Sevilla era oro. El oro robado a
los indios con la conquista. Sólo más tarde, en la década de los
30 del siglo XVI, empezó a llegar la plata de las minas. Se calcula,
no obstante, que de los cerca de diez millones de ducados que
llegaban anualmente a Sevilla, tres millones iban a los gastos de la
Corona en el extranjero, y otros tres eran de los mercaderes y
particulares extranjeros. El que la ciudad no lograse crear una
fuente de riqueza paralela al comercio americano es lo que provoca
que, con la caída de las importaciones de plata, decayera el
esplendor sevillano en el siglo XVII.
En este sentido, fuentes
del declino de la ciudad serán el caer mismo de la potencia
habsbúrguica y la peste de 1649, que diezmará la población
sevillana. Sevilla, ciudad imperial que había logrado ser el centro
del mundo y alcanzar una población de en torno a 120.000 habitantes
(la segunda ciudad por número de habitantes en Europa, sólo detrás
de la extraña Nápoles), se veía relegada a un segundo plano. En
España, superada por la pujanza de Cadiz. En el mundo, superada por
Ámsterdam y Londres. Era el fin de una época y de un modelo. Era el
fin del esplendor sevillano e hispánico. Y aun así, siempre
quedaría en el recuerdo la frase de “quien no ha visto Sevilla no
ha visto maravilla”.
BIBLIOGRAFÍA
NAVARRO DOMÍNGUEZ, José
Manuel, Sevilla: Puerta de Indias, Ben Baso: revista de la
Asociación de Profesores para la Difusión y Protección del
Patrimonio, nº 21, 2010, págs.
32-34.
SÁNCHEZ
MANTERO, Rafael, La Sevilla Imperial. En: VÁZQUEZ MEDEL, Manuel
Angel, Sevilla y su provincia: volumen II ,
Dos Hermanas (Sevilla), Ediciones Gever, 1983, págs 271-345.
Ojo a la siguiente frase: "En este sentido, el epicentro económico europeo pasó de la ciudad de Amberes, dominada por banqueros flamencos y alemanes, a una Sevilla dominada por los financieros genoveses".
ResponderEliminarNo había un único "epicentro económico" en Europa sino varios, según regiones. Sevilla era uno de ellos, pero no el único, insisto. Su importante papel ya venía prefigurándose desde la Baja Edad Media y se consolidará desde 1492 y el comercio con las Indias. Además, no olvidéis que fue Amsterdam quien sustituyó a Amberes como principal centro de negocios tras el saqueo de esta última en 1576.