domingo, 27 de octubre de 2013

Sevilla: auge y ocaso.

Hablé el otro día de la Villa de Laredo, e hice mención expresa a su escudo. Esta mención se dio. con el propósito de enlazar a este otro artículo: Sevilla. Es esta una ciudad clave en la economía española de la Edad Moderna, por cuestiones que todos conocemos. En realidad, la importancia capital de Sevilla viene de largo, pues fue siempre una ciudad próspera, con algunos altibajos. Por no alejarnos mucho en el tiempo, diremos que fue el Reino Taifa más próspero de todo el sur peninsular y que, ya con Alfonso X, se convirtió en capital de facto (pero no de iure) al ser la ciudad en que más tiempo pasaba el monarca. Fue marginada por Sancho IV el Bravo, debido a que la población local se mantuvo fiel al rey legitimo (de donde viene el famoso NO8DO). Pero recobraría toda su importancia con los Reyes Católicos -el Alcázar de Sevilla fue por mucho tiempo residencia de los monarcas- y, en concreto, con el descubrimiento de América.
En los últimos momentos de la Baja Edad Media la mejora de las condiciones de vida o el aumento de las necesidades de la población fue causa de la búsqueda de nuevas rutas que permitieran acceder más fácilmente a las especias y productos de lujo como la porcelana china. Esta nueva búsqueda de rutas es, como sabemos el origen del descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón. Importancia fundamental, por cierto, tienen las islas Canarias, de las que ya hablamos en el artículo de Laredo. Como ya dijimos, las islas fueron conquistadas y pobladas con la intención de cultivar caña de azúcar, pero mayor valor adquirirían como trampolín para el viaje colombino. Y de la necesidad de viajar a través de Canarias se vio beneficiado el Reino de Sevilla, por aquel entonces comprendiendo también la mayor parte de Huelva y Cádiz.
Una vez empezó a desarrollarse el contacto con las Américas se concedió a Sevilla el privilegio de dirigir el comercio y la colonización de estas nuevas tierras de la Corona. ¿Por qué Sevilla y no Cádiz, o Sanlúcar, o algun puerto onubense? Básicamente, Sevilla era una población guarecida en el interior de la Península y, por tanto, difícilmente se podría llegar hasta ella para arrebatar a la Corona las riquezas obtenidas. Además, ello permitía también ejercer un mayor control del contrabando de como podría ser en un puerto de mar. En realidad, no se impuso un control al comercio hasta que este estuvo ya suficientemente desarrollado como para que fuera productivo hacerlo. Podemos comenzar a hablar de esta regulación con las disposiciones de 1561 a 1566, que regularían el tonelaje de las naves, obligarían a una mayor potencia de fuego en las mismas y a organizar convoyes para la protección del grupo. Quedaron, de este modo, establecidas dos flotas anuales. Es decir, una flota de ida y otra de vuelta, que aprovecharía siempre las mejores épocas para la navegación en cada uno de los sentidos.
La llegada de la flota suponía, evidentemente, la llegada de la plata. Buena parte de esas riquezas iba directa a las guerras mantenidas por la Corona en Europa y el Mediterráneo, pero otra buena parte quedaba en la ciudad por el gasto de los mercantes extranjeros -que eran en realidad quienes controlaban el comercio americano- en la ciudad. En este sentido, el epicentro económico europeo pasó de la ciudad de Amberes, dominada por banqueros flamencos y alemanes, a una Sevilla dominada por los financieros genoveses.
Muy interesantes pueden ser los versos de Góngora respecto a esto:

Fénix del Orbe,
que debajo de sus alas
tantos hoy leemos recoge;
Gran Babilonia de España,
mapa de todas naciones,
donde el flamenco a su Gante
y el inglés halla a su Londres;
escala del Nuevo Mundo,
cuyos ricos escalones,
en ladrillos de plata,
son navíos de alto borde.

La importancia de Sevilla en esta época se evidencia porque no sólo se concentra en ella el comercio americano, sino también el Europeo. Tomás de Mercado decía de Sevilla en 1571: “la puerta y puerto principal de toda España. A do se descarga lo que viene de Frandes, Francia, Inglaterra, Italia y Venecia: y por el consiguiente, de donde se provee todo el reino destas cosas que de fuera se traen”.
Para explicar el funcionamiento del comercio sevillano se hace necesario hablar, en primer lugar, de la Casa de Contratación. La Casa de Contratación era el órgano central del contacto con el Nuevo Mundo. Fue creado en 1503 junto a la Audiencia de Indias. A su mando estaba el Piloto Mayor, siendo el primero de la lista Americo Vespuccio. Muy importante, por no decir que imprescindible, era la labor de Cartógrafo Mayor, encargado de realizar el Padrón Real. Fue en 1543 cuando la estructura se perfeccionó por primera vez, mediante la apertura del Consulado de Mercaderes. Los mercaderes, por un largo tiempo, se reunieron siempre en las gradas en torno a la Catedral. Es para evitar esto que se pusieron las cadenas que todavía hoy se pueden ver protegiendo el recinto. El puerto se extendía desde la Torre del Oro (recordamos nuevamente el artículo de Laredo) hasta el puente de barcazas de Triana. Es lo que se conocía entonces como el Arenal, nombre que se ha mantenido para el barrio que actualmente se asienta en esos terrenos. Cerca de la Torre del Oro se encontraba la Casa de la Moneda, lugar donde se acuñaba la plata procedente de las Américas, con el fin de poder obtener un mayor beneficio de esa plata. Cerca se encontraban (y siguen ahí) las atarazanas, pero con una función ya muy distinta de la original: el edificio había quedado convertido en una lonja.
Del caudal de riquezas llegadas a Sevilla dan cuenta los numerosos edificios construidos en la época: el Ayuntamiento de Sevilla (con una fachada plateresca jamás terminada), el Hospital de las Cinco Llagas, los edificios ya citados de la Casa de la Moneda y del Archivo de Indias (originalmente construido como lonja), etc. También proliferaron los monasterios y, no por casualidad, empezó el esplendor de la Semana Santa Sevillana. De esta época son hermandades como la de San Isidoro o adquieren mayor esplendor otras como la de la Vera-Cruz.
Al principio del comercio americano, lo único que llegaba a Sevilla era oro. El oro robado a los indios con la conquista. Sólo más tarde, en la década de los 30 del siglo XVI, empezó a llegar la plata de las minas. Se calcula, no obstante, que de los cerca de diez millones de ducados que llegaban anualmente a Sevilla, tres millones iban a los gastos de la Corona en el extranjero, y otros tres eran de los mercaderes y particulares extranjeros. El que la ciudad no lograse crear una fuente de riqueza paralela al comercio americano es lo que provoca que, con la caída de las importaciones de plata, decayera el esplendor sevillano en el siglo XVII.
En este sentido, fuentes del declino de la ciudad serán el caer mismo de la potencia habsbúrguica y la peste de 1649, que diezmará la población sevillana. Sevilla, ciudad imperial que había logrado ser el centro del mundo y alcanzar una población de en torno a 120.000 habitantes (la segunda ciudad por número de habitantes en Europa, sólo detrás de la extraña Nápoles), se veía relegada a un segundo plano. En España, superada por la pujanza de Cadiz. En el mundo, superada por Ámsterdam y Londres. Era el fin de una época y de un modelo. Era el fin del esplendor sevillano e hispánico. Y aun así, siempre quedaría en el recuerdo la frase de “quien no ha visto Sevilla no ha visto maravilla”.

BIBLIOGRAFÍA

NAVARRO DOMÍNGUEZ, José Manuel, Sevilla: Puerta de Indias, Ben Baso: revista de la Asociación de Profesores para la Difusión y Protección del Patrimonio, nº 21, 2010, págs. 32-34.


SÁNCHEZ MANTERO, Rafael, La Sevilla Imperial. En: VÁZQUEZ MEDEL, Manuel Angel, Sevilla y su provincia: volumen II , Dos Hermanas (Sevilla), Ediciones Gever, 1983, págs 271-345.

1 comentario:

  1. Ojo a la siguiente frase: "En este sentido, el epicentro económico europeo pasó de la ciudad de Amberes, dominada por banqueros flamencos y alemanes, a una Sevilla dominada por los financieros genoveses".
    No había un único "epicentro económico" en Europa sino varios, según regiones. Sevilla era uno de ellos, pero no el único, insisto. Su importante papel ya venía prefigurándose desde la Baja Edad Media y se consolidará desde 1492 y el comercio con las Indias. Además, no olvidéis que fue Amsterdam quien sustituyó a Amberes como principal centro de negocios tras el saqueo de esta última en 1576.

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