Una
de las principales cuestiones que van a ser motivo de reflexión por parte de
los arbitristas durante el siglo XVI y XVII va a ser la decadencia de Castilla
poniéndola en relación con las tres principales consecuencias económicas
negativas que habían derivado del descubrimiento de América: el alza de los
precios, la “saca” de metales preciosos procedentes de América y el abandono de
los sectores productivos.
Así,
los arbitristas coincidían en que esta alza de los precios favorecía la entrada
de productos extranjeros al ser más competitivos que los españoles, de igual
manera que defendían que la “saca” de los metales preciosos se veía favorecida
por la baja consideración social con la que contaba el trabajo. Un
planteamiento que veían constatado en las dinámicas comerciales que se habían
establecido entre España y los países europeos como Holanda, que eran quienes,
beneficiándose de las materias primas y metales preciosos procedentes de España
y América, elaboraban unos productos manufacturados que vendían a España, lo que les llevó a la conclusión de que la
riqueza no se encontraba en las remesas de metales que llegaban desde América
sino que ésta dependía del dinamismo productivo.
No
obstante, a pesar del acuerdo común respecto a la necesidad de fomentar la
actividad productiva en España, no convinieron en cuáles debían los sectores a
promover, lo que dio lugar a diversos posicionamientos según se abogara por un
impulso productivo general y sin especificar el sector, el fomento de la
actividad agrícola-ganadera o el impulso del sector industrial:
1-Dentro
del primer planteamiento destacan arbitristas precursores como Luis de Ortiz (Memorial – 1558) o Martín González de
Cellorigo (Memorial de la política
necesaria y útil restauración a la República de España y estados de ella, y del
desempeño de estos reinos – 1600) que exponen la necesidad de volver a
activar la actividad productiva a partir de cualquier sector.
2-El
grupo de arbitristas que va a defender la agricultura como principal actividad
productiva va a venir muy condicionado por el pensamiento aristotélico y sobre
todo por los teólogos escolásticos. Por tanto, van a defender este sector como
la forma “natural” de adquirir riqueza frente a la “artificialidad” de la
actividad comerciales y de los peligros que suponían para el alma estos
intercambios, poniéndolos en relación con los préstamos y la usura, por lo que
aunque no lo condenan si muestran cierta reserva hacia ese sector. Dentro de
este planteamiento destacan López de Deza (Gobierno
político de agricultura – 1618), Miguel Caxa de Leruela (Restauración de la abundancia en España
– 1631) o Pedro Fernández de Navarrete (Conservación de Monarquías y discursos
políticos – 1626).
3-El
tercer posicionamiento va a venir representado por lo que se conoce como el
“grupo de Toledo” teniendo en Sancho Moncada a su principal representante (La restauración política de España –
1619). Su planteamiento se basaba en las teorías cuantitativas y una actitud
proteccionista que abogaba por una política comercial que prohibiera las
importaciones y fomentara la producción interior y que Moncada llevó a su
último extremo proponiendo un sistema autárquico. En cuanto a los argumentos
con los que va a defender el fomento del sector manufacturero se puede
distinguir:
- El argumento empírico tomando como ejemplo el caso de regiones aparentemente “estériles” como Holanda que a pesar de carecer de metales preciosos contaban con gran prosperidad económica frente a España a consecuencia de la actividad manufacturera.
- El argumento del valor añadido con el que cuenta el sector secundario frente al agrícola, que además revierte beneficiosamente en la población al proporcionar ocupación a aquella mano de obra que no puede ser asumida por la agricultura.
- El impacto positivo de la actividad manufacturera sobre los demás sectores productivos al servir como impulso para la actividad agrícola y ganadera y para favorecer el comercio.
Por
tanto, independientemente de las divergencias en cuanto al sector productivo
que se debía potenciar, lo cierto es que a través de sus planteamientos y sus
escritos, los arbitristas llevaron a cabo una reflexión acerca de la decadencia
económica analizando sus causas y los
factores que dificultaban el dinamismo de esos sectores productivos tanto dentro
de la propia sociedad castellana en relación con la ociosidad, la
improductividad y las reticencias hacia el trabajo así como desde un punto de
vista legislativo en relación a las políticas económicas, comerciales e
impositivas.
Como
conclusión, a través de sus planteamientos estos arbitristas van a abogar por
la necesidad de modificar los patrones de comportamiento económico imperantes apostando
por la incentivación de los sectores
productivos al sostener que la presencia de metales preciosos y materias primas
no es garantía de riqueza sino que es necesario reactivar la economía a través
de la producción y el trabajo. De esta forma, este posicionamiento va a llevar consigo
una crítica implícita a la sociedad del momento cuya máxima aspiración social
se focalizaba en imitar a una nobleza caracterizada por ser rentista y absentista
lo que derivaba en un consecuente desprecio hacia el trabajo que, lejos de
contribuir a la reactivación económica favorecía la ociosidad y la
improductividad.
Ignacio Rodulfo Hazen
David San Narciso Martín
Rosa Valdivia Pérez
Sara Prieto Huecas
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