Las grandes figuras. Arte,
riqueza y fama
Como es natural, Vasari y el resto de biógrafos, a pesar de
dejar constancia de la pobreza en la que vivía parte del oficio, se centraron
en ese mundo de riqueza, opulencia y esplendor que ofrecían los nombres propios
del arte renacentista y barroco. Valga un dato bastante clarificador: Rafael, a
su muerte en Roma en 1520, tenía en
propiedad un patrimonio estimado en unos dieciséis mil florines, compuestos por
casas, tierras etc.
Siguiendo un orden cronológico,
más apropiado para nuestra disciplina, se sabe que Giotto fue el mejor
remunerado de su momento. Ghiberti y Fra Angelico no se quedaban atrás, con un sueldo anual de
doscientos florines anuales. Estas mismas pautas las seguirán Brunelleschi o
Donatello (parece ser que poco interesado en la riqueza), aunque la culminación
vendrá con Bramante, Rafael, Leonardo, Miguel ángel o Tiziano. Ya en pleno
Barroco destacan por su riqueza Bernini (baste con apuntar que en su viaje a
Francia recibirá del rey una pensión vitalicia de 6 000 ducados anuales. Su caso
es ejemplo de fama extrema y reconocimiento en el XVII de la figura del
artista. ) o Rubens.
Debo destacar la figura
de Tiziano, que desarrolló una vida entre “la opulencia y la astucia financiera”,
según dicen Rudolf y Margot Wittkower. Es el ejemplo de un hombre preocupado
por su economía, siempre vigilante, previsor. Hábil y tenaz son los apelativos
con los que lo definen los autores de la obra consultada, si bien la mayoría de
la historiografía ha dado una visión no tan positiva, como un hombre codicioso
y ambicioso. Lo cierto es que es con Tiziano con quien vemos el mejor ejemplo
de la preocupación y la atención a las finanzas. De su propia mano nacieron
extensas cartas dirigidas a sus clientes (entre ellos el mismísimo Carlos V o
Felipe II) recordando pagos incumplidos y velando por sus intereses, jugando
con la imagen del artista con problemas económicos a pesar de que se pueda
afirmar sin ningún tipo de duda que Tiziano nunca experimentó la penuria económica,
sino más bien al contrario: gozó de una gran fortuna y diversas propiedades.
En España, Velázquez es
la figura prototípica. Recibió, además de numerosos privilegios, 200 ducados
anuales, que aumentarían con el tiempo hasta los 300 ducados, junto a una
pensión especial de 300 ducados al año. Su relación con la familia real, su
rango y su ascenso social harán que tras su muerte Felipe IV dejará escritas
dos palabras que pasarán a la historia: “quedo abatido”.
Ángel G. Ureña Palomo
Ángel G. Ureña Palomo
Bibliografía
Graham-Dixon, Andrew. Arte. Guía visual para entender el arte. Electa. Barcelona. 2009.
Wittkower, Rudolf y Wittkower, Margot. Nacidos bajo el signo de Saturno:
genio y temperamento de los artistas desde la Antigüedad hasta la Revolución
Francesa. Cátedra. Madrid. 2010.
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