domingo, 20 de octubre de 2013

LA PRODUCCION EN LA EDAD MODERNA

La producción presenta distinta tipología cuantitativa y cualitativamente, la disponibilidad de materias primas y la capacidad de complementar recursos con el mundo extraeuropeo  presentó un panorama variable según las regiones y el tiempo.
La mayor parte de la capacidad productiva estaba orientada al trabajo agrícola (en las zonas de costa, ríos y lagos hay que añadir la pesca), estaba marcada por condicionantes geográficos, pero se mantenía la constante de un intercambio alimenticio para compensar la producción local. La oferta siempre encontró una limitación en la ausencia de mejoras de la productividad agrícola, conllevando una demanda comercial reducida (fig 1). El bajo rendimiento de la tradición agrícola medieval hasta el siglo XVIII implicaba la necesaria retención de parte de la producción para garantizar la del año siguiente.



Frente a una producción agrícola extendida por Europa las industrias extractivas estaban más específicamente localizadas. Esta producción quedaba determinada por la disponibilidad de materiales y herramientas, si el suministro local no proporcionaba cantidades suficientes había que recurrir a su adquisición en el exterior incrementándose los costes de producción. Todo ello bajo la constante de los siglos XVI,XVII y XVIII en los cuales no se producen cambios tecnológicos de importancia que permitan elevar la variedad de la producción (fig 2).

Aunque no aumentara mucho el stock en este periodo si aumentó la gama de productos disponibles para el consumo. Productos tropicales y subtropicales (azúcar, té, especias, algodón…). Aunque ello no cambió desde un primer momento la alimentación general de la inmensa mayoría de la población que mantuvo su variedad en el consumo (que estaba directamente limitada por su renta) (fig 3).

Los productos europeos se exportaban (manufacturas, artículos de lujo, vino, cervezas, armas de fuego…) o reexportaban a África y América. Estas exportaciones ayudaban a un equilibrio en la balanza comercial y ampliaba la gama de materias primas y comestibles disponibles para el consumo europeo. Los productos de lujo, como el té, tenían una pauta de comportamiento que se mantiene hasta la fecha, donde influye un factor no cuantificable: la percepción social; la exclusividad asociada a una inherente calidad y superioridad mantiene un precio elevado e inaccesible a consumidores de renta inferior, el efecto espejo lleva a imitar los hábitos socialmente aceptados, el mercado satisface esta demanda aumentando la producción. Ahora que le producto se ha generalizado y es accesible a un amplio espectro de consumidores pierde la connotación social elitista, vemos en la (fig 4) la evolución del precio de té, pero podemos ver este mismo comportamiento en cualquier tipo de moda, hay que señalar que muchos productos mantienen este ciclo (en distintos ritmos) de una forma pendicular (fig 5).

Cerraré con una frase del manual que viene a reflejar uno de los debates que se mantuvieron en clase. “No puede haber demanda efectiva de un producto hasta que dicho producto está disponible”.

Bibliografía:
Carlo, M. Cipolla, Historia económica de Europa siglos XVI y XVII. Madrid: Arial, 1979.

2 comentarios:

  1. Como veréis le he añadido un ingente apartado gráfico a esta entrada por estas razones: primera por evitar monotonía y tedio, segunda por aprender a manejar un poco esto de los blogs y tercera... bueno, me lo pasé muy bien haciendo la última imagen.

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  2. Siempre es un estímulo comprobar que se puede aprender de un modo entretenido, ¿verdad? La entrada, por lo demás, es muy interesante.
    Atentamente,

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