EL
ÁREA NORTEAFRICANA EN LOS SIGLOS XV-XVI
EL
CASO DE CEUTA
A lo largo del siglo XV la dinámica
mercantil, el progresivo interés por nuevos espacios, la necesidad de controlar
puntos estratégicos en las rutas marítimas y multitud de factores, que no
corresponde aquí reseñar, llevaron a los europeos a la apertura de nuevas vías
de comercio y extracción de recursos. El éxito de la primera travesía
transatlántica fue un hito en este sentido, pero previamente estuvo jalonado de
una serie de procesos como, por ejemplo, el que más abajo se reseña: el control
del Magreb.
Hasta el siglo XV el espacio
norteafricano (el Rif, por extensión, si incluimos Yebala y Gomara) permaneció
más o menos al margen de la injerencia extranjera. De hecho, partes de éste
permanecieron invioladas hasta el siglo XX, como es el caso del área que
circunda Alhucemas y, en especial, la cábila de Beni Urriaguel. Fue Portugal
quien primero tomó la iniciativa de establecer algunas posesiones en la llamada
Berbería de Poniente, que
correspondía, más o menos, a la zona central del Magreb, incluyendo Ceuta
(tomada en 1415) y Tánger (1471). Por su parte Castilla, que había completado
la toma de Granada en 1492, dio el saltó al otro lado del Estrecho para tomar,
en la Berbería de Levante, Melilla
(1497), Mazalquivir (1505), Peñón de Vélez de la Gomera (1508), Orán (1509),
Bujía, Argel y Trípoli (1510).
Tal era el contexto, entre finales
del siglo XV y principios del XVI, en el norte de África, que se abría por la
fuerza al comercio mediterráneo, que se ofrecía como tierra de oportunidades y
que comenzaba a significarse como emplazamiento de valor estratégico en la
expansión aragonesa y en el control de la población morisca. En esta breve
reseña se va a tratar el caso ceutí, por ser una de las primeras plazas
conocidas por los europeos y por lo que nos corresponde por ser parte del
territorio nacional, aunque en intermitente olvido de los historiadores.
La toma de Ceuta en 1415 por parte
de Portugal durante el reinado de Juan I permitió la apertura de un nuevo
espacio de expansión comercial más allá de las rutas tradicionales. Si bien la
estrategia encerraba objetivos económicos evidentes, se revistió de un espíritu
de cruzada con la aprobación del Papado mediante el uso de la diplomacia
vaticana. El comercio fue permitido por parte del Papa Martín V, si bien
quedaba prohibido el intercambio de hierro, cuerda, navíos y armas. Entre otras
razones, lo que se quería evitar era que Ceuta sirviera de punto de intercambio
de material bélico susceptible de terminar en manos de los moros granadinos.
La
actividad fundamental el área ceutí en el siglo XV era la agricultura. Destacan
en el estudio de este asunto los testimonios del alemán Valckenstein y de
Jerónimo de Mascarenhas. La horticultura y el cultivo del frutal, especialmente
la viña, así como del trigo y las legumbres de todo tipo, eran la base de la
alimentación. Por lo demás, se cazaban perdices, codornices y todo tipo de
aves, se pescaba en abundancia y se criaban caballos con especial celo.
Entre los comerciantes que recalaban
en Ceuta se podían encontrar portugueses, genoveses, baleares, venecianos y
catalanes; muchos de ellos eran judíos y moros. Nombres relevantes eran Gil
Vasques, portugués, Vicentio de Spindola, italiano, Rodrigo López de Alcaraz,
español, etc. Con el tiempo los ingleses se interesaron por el comercio
norteafricano y en 1585 ya habían creado una Barbary Company. Tenían derecho a
comerciar con Ceuta, Mazagao y Tánger.
Antes de la conquista portuguesa ya
había oficinas de acuñación, que funcionaron con posterioridad durante los
reinados de Alfonso V y Juan II. En 1454 ya había un funcionario especial para
Ceuta dedicado al control de la moneda allí acuñada (un escrivao da moeda). El ceitil,
que se acuñaba en cobre puro, debe su nombre a la plaza africana y sirvió como
homenaje a su toma.
El abastecimiento fue un problema
para los portugueses durante todo el tiempo que duró la ocupación de Ceuta. Se
realizaba de dos maneras, que incluían lo que los propios habitantes podían
proporcionarse y lo que recibían del exterior. En el primero de los casos
destacaban, además de las labores de producción habituales, las actividades
corsarias y las razias. Pero lo que mejor se conoce es el abastecimiento
logrado desde Europa, donde destacaban los productos llegados de la zona
andaluza. La Casa de Ceuta se encargaba de organizar la llegada de abastos, en
especial del cereal. Esta institución estaba formada por un amplio cuerpo de
funcionarios con funciones específicas: Tesorero, Escribano, etc.
Todo parece indicar, en resumen, que
el siglo XV y el principio del XVI fue de gran éxito para las conquistas en el
área norteafricana, en la que se invirtió un gran volumen de capital material y
humano. El valor estratégico y comercial (si es que hay que separar ambos) de
las plazas africanas comenzó a ser indiscutible con el Descubrimiento de
América y se fue confirmando a lo largo de la Edad Moderna a raíz de la lucha
contra el turco, del crecimiento del volumen comercial mediterráneo y de la
confirmación de las talasocracias europeas.
BIBLIOGRAFÍA
FLORISTÁN
IMÍZCOZ, A., “La unión entre Castilla y Aragón. Los Reyes Católicos
(1474-1516), en FLORISTÁN IMÍZCOZ (Coord.) Historia
de España en la Edad Moderna, Barcelona, Ariel, 2011.
DRUMOND
BRAGA, Isabel M. R. y DRUMOND BRAGA, P., Ceuta
Portuguesa (1415-1656), Ceuta,
Instituto de Estudios Ceutíes, 1998.
(Nota/aviso:
segunda obra escrita en Portugués)
AUTOR: Lucas Canteras Zubieta
a y se fue confirmando a lo largo de la Edad Moderna a raíz de la lucha contra el turco, del crecimiento del volumen comercial mediterráneo y de la confirmación de las talasocracias europeas.
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