sábado, 1 de febrero de 2014

Breve reflexión sobre la Teoría de la Mano Invisible



Sin duda cuando nos mencionan a Adam Smith lo primero que se nos viene a la cabeza son conceptos como liberalismo económico, libre mercado o capitalismo, lo que se suele asimilar con un exacerbado  deseo de la no intervención del estado en la economía nacional. El pensamiento de Adam Smith, plasmado en La riqueza de las naciones, ha sido parcialmente mal interpretado, o incluso, tergiversado en muchos de sus puntos. Uno de los mismos, y en el que centraremos la reflexión, es sobre su teoría de la “mano invisible”.

En esta teoría, Adam Smith, afirma que hay una fuerza oculta y abstracta en el interior del hombre que le empuja al enriquecimiento personal, algo que si que podemos encuadrar en algunos de los principios nuevos que acaba potenciando el liberalismo, como es el individualismo. El hecho de que un individuo se enriquezca era, en la visión de Adam Smith, un elemento plenamente positivo para el bien común, pues alrededor de un ciudadano enriquecido se generan una serie de nuevas posibilidades para otros ciudadanos en el sentido de que se le va a posibilitar aumentar su volumen de gasto generando demanda. Hasta este punto vemos una lectura de la situación bastante lógica. Pero, ¿qué concibe hoy en día la opinión general acerca de la teoría de la “mano invisible”?

La opinión actual acerca de la teoría de la “mano invisible” es que es una teoría económica que va a justificar la no intervención del Estado en la economía basándose en la creencia de una fuerza natural que va a estructurar por sí solo un sistema o mercado, ausente de desajustes. Como se puede apreciar las diferencias sobre lo expuesto por Smith, y lo que hoy llega al conocimiento general es plenamente diferente. ¿Por qué se ha producido un proceso de tergiversación de la teoría de la “mano invisible”?

Para empezar debemos analizar que supusieron esas teorías en la práctica. No cabe duda que inician un proceso de cambio importante, que pese a todo ya se comienza a fraguar desde momentos anteriores no siendo un cambio plenamente espontáneo, que inician un crecimiento industrial y económico en Europa (con matices importantes) sin precedentes. Este crecimiento produce la creación de un importante estrato social que se ha beneficiado y enriquecido con este profundo cambio, esos inversores y/o propietarios de ese nuevo sector industrial (de nuevo matizando que no es un proceso homogéneo de toda Europa), sector que de manera voluntaria o involuntaria pudo tergiversar estas ideas, favoreciendo un marco de intervencionismo económico mucho más leve que en los periodos anteriores, algo claramente favorable a ellos mismos.

Sin duda, aunque esta visión pueda estar más acorde con una lectura historiográfica de tipo marxista, no hay demostración fuerte de la misma, incluso pudiendo ser un tanto incompleta pues es una explicación excesivamente simple para poder explicar una serie de cambios económicos y sociales tan complejos. La aclaración y la explicación de esta teoría de una manera óptima y real debe ser una importante acción a llevar a cabo, al igual que otros muchos de los principios que en La riqueza de las naciones expone el pensador escocés.


Manuel Cano Ruiz-Ocaña.  

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