jueves, 30 de enero de 2014

LA TRANSICIÓN DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO


La transición del feudalismo al capitalismo es un fenómeno que ha causado gran debate dentro de la historiografía (sobre todo marxista).
Cuáles son los sucesos que marcan el inicio de esta transición también son objeto de un profuso debate. Desde el factor mercado -exterior- de Pirene hasta la prioridad que otros autores dan al factor interno -el paso de la economía rural a la economía a domicilio1- son muchas opciones las expuestas en el tapete.
Para empezar vamos asumir que el modo de producción desde el siglo XIII hasta el siglo XVIII es un modo de producción híbrido, es decir dentro de un modo de producción concreto (véase feudalismo) existen elementos a menor escala de otro modo de producción (capitalismo). Elementos del capitalismo ya los podemos encontrar en el siglo XIII con las redes comerciales existentes redes que representan un factor fundamental para el desarrollo de la economía capitalista, pero ¿ es el factor determinante, o en cambio es el desarrollo de la economía a domicilio el factor fundamental?
1) Uno de los hechos que más dinamismo económico otorgan al siglo XVI serán el establecimiento de enclaves en el norte de África y el descubrimiento de América en el siglo XV. La explotación de los recursos minerales de ambas regiones va a tener varias consecuencias que se harán notar en el continente europeo de forma directa.
En primer lugar se empieza a crear un tejido comercial que conecta todas las regiones del mundo (economía-mundo), fomentando la creación por un lado de monopolios (casa de contratación de Sevilla creada en 1503 trataba de asegurar el monopolio del tráfico americano para la monarquía hispánica) y por otro la interconexión de mercancías en la fachada atlántica, cambiando progresivamente el foco de comercio marítimo, siendo la cuenca del Mediterráneo la damnificada.
Por otro el descubrimiento de minas que contenían metales preciosos en África y en América permiten la afluencia de oro africano y plata americana, contribuyendo a la creación de un sistema monetario eficiente, que como bien señala Bracco, G, en Historia económica de Europa. Siglos XV-XX antes no era posible por el déficit de metales monetizables. Ahora con el incremento cuantitativo de estas mercancías - unido a que además por el desarrollo de las técnicas de extracción mineras se explotan de manera más eficientes las reservas de metales preciosos en Europa encontradas en Alemania, Hungría y Austria - se puede proceder a la acuñación de moneda de manera notable.
La creación de una red comercial mundial va además a fomentar lo que se denomina las prácticas mercantilistas de los Estados. Es decir el fomento de un “nacionalismo” económico basado en el proteccionismo – para fomentar las manufacturas internas al evitar que manufacturas del exterior, más competitivas precisamente contribuyan a su subdesarrollo – y en teoría en el libre comercio, aspecto este último falso en la práctica, ya que como señalaba Gustav von Schmoller “los holandeses son los más decididos y belicosos monopolistas […] practicaban primero el mare liberum y cuando el mar estaba limpio de otras potencias, el mare clausum”2.

El auge del comercio va a favorecer a hombres que actúan como intermediarios entre el productor y el mercado (por cuestiones de lejanía geográfica), obteniendo beneficios (plusvalía) que le permiten aumentar su capital, que luego puede re invertir en otros sectores; estamos ante el capitalismo comercial y el inicio del capitalismo financiero.

Las prácticas mercantilistas entre otros objetivos el fortalecimiento de los Estados. Un Estado fuerte, es un Estado que genera confianza. Ya en el siglo XVII la hegemonía de la que podía haber disfrutado la monarquía hispánica se traslada a las Provincias Unidas: Amsterdam va a ser el centro económico de la economía-mundo durante gran parte del siglo XVII. Como apunte señalar que el cambio en la estructura de producción, que pasa de la industria artesanal a la manufactura y el sistema de trabajo a domicilio, unido a la eficiencia agro-industrial (capitalismo industrial) permite desarrollar un modelo económico coherente e integrado, permitiendo una mayor efectividad en la producción y desarrollando así el comercio holandés.

Aún así estamos ante una fase previa al desarrollo del capitalismo moderno preindustrial. El otro gran protagonista europeo que se erige como puntal en cuanto al desarrollo de la economía capitalista será Inglaterra, durante el siglo XVIII.
A finales del siglo XVII se crea en la gran banca de Londres (1694), elemento fundamental para la el préstamo de capitales, inversión y especulación. Durante el siglo XVIII los cambios paulatinos en la estructura productiva inglesa y en la estructura comercial acabaran desembocando en el modo de producción capitalista industrial, con unas características que llegan a nuestros días. Como reseña mencionar que el modelo político inglés -monarquía parlamentaria con una clara influencia liberal- fue fundamental para el desarrollo de las actividades financieras que permitieron una mejora general en la economía inglesa.

Hay que dividir por tanto el desarrollo de dos ámbitos económicos: el comercial (exterior) y el manufacturero y agrícola (interior).

El comercio inglés va aumentado progresivamente, sobre todo en el intercambio comercial con América del norte. Va superando progresivamente al comercio holandés, que queda relegado a un segundo plano. En la lucha por la hegemonía se encuentran Francia e Inglaterra ( el desarrollo económico de Francia viene precedido por el proteccionismo de Colbert, y el de Inglaterra por las Actas de navegación de 1654 revisadas en 1721). Aún así no hay indicios de que los beneficios extraídos del comercio internacional se invirtiera en empresas manufactureras, si no mas bien en tierras3. Lo que si que hizo fue desarrollar de un modo indirecto otro tipo de demanda, como por ejemplo nuevas modas en el vestuario, nueva cultura comercial, nuevas industrias de bienes de consumo tradicional (cerveza), a la par que fue decisivo en el desarrollo de la construcción naval. La flota inglesa aumentó entre 1700-1763 163.000 toneladas ( de 323.000 a 496.000), y se duplicó al terminar el siglo4.
Pero en lo relativo a una conexión directa y unilateral de desarrollo comercial-crecimiento económico parece que no es exacto.

En cuanto al desarrollo de la agricultura y al de las manufacturas parece ser que los cambios en las estructuras tienen una importancia decisiva. Por una parte están las nuevas técnicas en el trabajo de la tierra y las innovaciones tecnológicas, que favorecen el aumento de la producción a menor coste. Esto tiene su consecuencia directa en el ámbito comercial, ya que si un empresario (o poseedor de tierra) produce más y más barato, podrá copar el mercado con su producto. De este caso es un claro ejemplo la mejora en la producción de trigo por parte de Gran Bretaña (estimulación mediante primas), que al tener una oferta más barata quitó de la competencia del mercado báltico a los holandeses. Además el cerramiento de las tierras comunales (enclosures) que son vendidas a manos privadas permite aumentar la extensión de terreno cultivable cuya producción está diseñada para el mercado.
Desde el punto de vista de las manufacturas, el principal elemento que inicia la transición al capitalismo moderno es la industria a domicilio. Este nuevo modelo de manufacturar tiene dos puntos de análisis. El primero es que sumerge de forma definitiva a los gremios en un proceso cuyo único final posible es su desaparición. Por otro lado se genera un tipo de estructura diferente: lo más reseñable es que ni el centro productivo, ni las materias primas ni el producto elaborado pertenecen al trabajador, si no al empresario comerciante.
Este tipo de industria introduce -siempre son procesos a largo plazo- dos elementos esenciales: la división del trabajo y el trabajo asalariado. La división del trabajo es fundamental para la diversificación de la oferta y la especialización en los productos. El trabajo asalariado -que surge efectivamente de la consolidación de la economía monetaria con los nuevos metales- lleva inherente una producción con perspectivas mercantilistas.

Al margen del factor comercio y del factor industria existen otros elementos que pueden ayudarnos a entender el paso de una economía de subsistencia a otra de excedente. El aumento demográfico que se experimenta a finales del seiscientos y durante el setecientos debido a mejoras en la alimentación (con la introducción de la patata sustituyendo al trigo), mejoras en el higiene y en la propia medicina (revolución científica del siglo XVII), permiten un aumento de la demanda y a la vez un aumento de la población activa. Por último la llegada de nuevos productos produce una variación en los patrones de consumo que permite diversificar la oferta, otorgando más dinamismo al comercio y a la producción.
El modo de producción capitalista implica una serie de innovaciones que están presentes en todos los ámbitos de la vida económica: las relaciones de producción pasan de la servidumbre al trabajo asalariado, existe una disociación entre propiedad y trabajo, la creación de la banca (inicio de la inversión y de la obtención de beneficios por la especulación), desarrollo industrial, existencia de monopolios, liberalización de las tierras (que las pueden comprar grandes fortunas privadas), creación de redes comerciales extensas e interconectadas y la existencia de una economía monetaria eficiente (que permite la aparición de forma constante del dinero y de las letras de cambio, fundamentales para las transacciones internacionales) son los aspectos que más llaman la atención en el período de tránsito.

La transición no se produce por una única causa. No es que el capitalismo comercial o el industrial fueran el motor del desarrollo del capitalismo como modo de producción. Es una evolución lenta y progresiva que conecta muchas facetas de la vida social, política y económica que confluyen en un cambio a finales del setecientos, cuyo paso definitivo será la industrialización.
1Astarita, C, Anales de Historia antigua, medieval y moderna. Vol 41. Universidad de Buenos Aires. 2009. Pág 4
2Wallerstain, I, El moderno sistema mundial. Vol II. Madrid. 2010. Pág 65.
3 VITTORIO, A. di (Ed.): Historia económica de Europa. Siglos XV-XX, Barcelona, 2007. Pág 158.
4 Op cit. Pág 159.

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