El siglo XVII supuso un periodo que
algunos autores han calificado de acomodación. Durante este siglo, se desenvolvieron
nuevos métodos de producción, en los países más desarrollados, y un proceso de
refeudalización y convulsiones políticas para el resto de países. Mientras esto
sucedía, una transferencia hegemónica se desarrollaba en las colonias
ultramarinas. El mundo, antaño propiedad ibérica, pasará a manos de las nuevas
potencias navales, Inglaterra, Francia y Holanda.
Sin embargo, con el amanecer de las
luces, la economía y el desarrollo científico recuperaron su fuerza trayendo
consigo el retorno de los exploradores, acompañados de un nuevo interés por los
nuevos mundos, esta vez, orientados al conocimiento científico del mundo desde
todas sus vertientes posibles.
De igual manera que el aumento de las
expediciones científicas tuvo su impulso en las mejoras científicas, el
crecimiento comercial europeo se vio claramente afectado por las mejoras de las
herramientas mercantiles. Entre otros elementos cabe destacar las mejoras
tecnológicas navales, en lo referente a los medios de transporte, el desarrollo
de los instrumentos financieros o el crecimiento de las compañías comerciales.
Influencia del comercio en la
economía de los países:
-
Francia: 37% de importaciones y
exportaciones.
-
Inglaterra: un 76% de exportaciones y un 90% de
importaciones.
Podemos acotar a cinco los factores
responsables de la expansión comercial:
En primer lugar encontramos una
evolución en la navegación. El desarrollo del velero del siglo XVIII fue un
gran avance técnico para el transporte. Esta embarcación poseía un diseño que
lo hacía más rápido, permitiendo un desplazamiento de 300 toneladas de agua,
con un espacio diáfano en la bodega que permitía una mayor capacidad de carga.
Además su adaptabilidad para diferentes situaciones geográficas lo dotaban de
una versatilidad, ideal, para navegar por diferentes tipos de rutas. En segundo
lugar, la evolución portuaria orientada
a la mejora en la carga y descarga de mercancías directamente en tierra,
constituye un fenómeno clave que garantizaba la menor pérdida de recursos.
Durante el siglo XVII los puertos el carácter estructural de los muelles y
diques, no adaptados a las nuevas embarcaciones, obligaban al fondeo de
mercancías ampliando el riesgo de pérdida del viaje. En tercer lugar, durante
este periodo encontramos un desarrollo de los mercados interiores mediante el
cuidado y reparación de los caminos, la adaptación del transporte fluvial y la
realización de ferias y mercados. En cuarto lugar, con la llegada de las
remesas de plata y oro de las minas de Potosí y el oro de Brasil se produjo una
inyección de capital reactivando la inversión.
Por último, como quinto factor, uno de los mecanismos económicos más
beneficioso del siglo anterior, los medios crediticios, siguió manteniendo su
función.
Cabe destacar, para concluir, la
mejora en los diversos instrumentos mercantiles. Por un lado se produjo un aumento
de las técnicas tradicionales de escritorio: contabilidad doble, multiplicación
de los libros de contabilidad. Por otro lado, durante el siglo XVIII asistimos
a un progreso de la compañía por acciones como agente de negocios. Dentro de
estos sectores cabe destacar las compañías del despotismo ilustrado que tratan
de emular a las holandesas e inglesas. Por último, otra de las cuestiones
fundamentales fue la regulación de las actividades marginales o alternativas a
las meramente mercantiles como el contrabando o el corsarismo.
Bibliografía:
-
KINDER, H; HILGEMANN, W y HERGT., M. Atlas Histórico Mundial. De los orígenes a
nuestros días, Madrid, Akal, 2007.
-
MARTÍNEZ SHAW, C y ALFONSO, M., Europa y los Nuevos mundos. Siglos XV-XVIII, Madrid, Síntesis, 1999.
-
RIBOT GARCÍA, L., Historia
del Mundo Moderno, Madrid, ACTAS, 2006.
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