Resumen
de lectura sobre la industria y manufactura europea en los siglos XVII y XVIII.
S.XVII
La
llegada del siglo XVII no se traduce necesariamente en una mejora de las
actividades de transformación. Si bien es cierto que podemos observar cierto
desarrollo en algunos sectores, esto no es traspasable al conjunto general en
el aspecto organizativo ni tecnológico.
El
desarrollo de las manufacturas seguía teniendo un significativo desarrollo en
el entorno rural, principalmente en épocas o momentos en los que las tareas
agrícolas requieren menos tiempo pero también teniendo en cuenta que la
remuneración de este trabajo jugaba un papel destacado en la economía de las
familias. Sin embargo el centro urbano también participaba de las tareas
productivas, de modo que nos encontramos ante un único sistema cuyo núcleo se
basa en la unión complementaria de estos dos métodos de producción. Esta
organización responde a unas necesidades muy concretas; la de controlar los
costes de producción a la vez que la calidad del producto. Así las tareas más
laboriosas son realizadas por los campesinos en el entorno rural, mientras que
las tareas que requieren una mayor cualificación y especialización se efectúan
en la ciudad. No debemos incurrir en error y pensar que éste era el único modo
de organización de la producción, hay constancia de grandes empresas
centralizadas que acogían en su seno a un considerable número de trabajadores,
aunque generalmente este tipo de iniciativas estaban promovidas por los
gobiernos para el control de sectores clave de la economía.
Más
adelante se hace hincapié en el importante papel que jugaban los gremios
urbanos en la economía de países como Italia, España, Alemania o Francia. El
autor critica la visión que una parte de la historiografía ha tenido sobre el
papel de los gremios en la economía del siglo XVII y alega que, lejos de
constituir una de las causas de la crisis del XVII, han desempeñado una
importante función como agente creadores y difusores del conocimiento técnico,
defensa de los intereses de los miembros y sabiéndose adaptar a las nuevas
condiciones del momento.
Aparece
también la figura del comerciante-empresario, visto como un personaje que
“tendrá un papel protagonista en la historia europea hasta la revolución
industrial”. El desarrollo de sus actividades (suministro de materias primas y
capital al artesanado, fijar las características del producto acabado, etc.)
propiciará el nacimiento del putting-out
system, “sistema de producción basado en el trabajo a domicilio”. Pero hay
que señalar que el predominio de este sistema en la organización de la
producción tuvo lugar fundamentalmente en el sector textil, la elevada
necesidad de capital fijo o la carencia de los conocimientos técnicos
necesarios constituyen el principal problema de la extensión del sistema.
S. XVIII
Para
abordar el siglo XVIII el autor analiza su desarrollo en distintos países y
posteriormente realiza un análisis comparativo.
Identifica
a los Países Bajos meridionales, la actual Bélgica, como el territorio
económicamente más avanzado de Europa. Señala que poseía una de las
agriculturas y uno de los sistemas de comunicaciones más desarrollados de Europa, además
de las numerosas posibilidades que le ofrecía su riqueza en recursos
naturales. El aumento de la producción
en casi todos los sectores de la economía y el surgimiento de auténticas
regiones explotadoras de recursos constituyen un claro ejemplo de ello. Pero el
principio más importante que sostiene es que “el crecimiento económico y la
industrialización no eran términos sinónimos ni iban necesariamente de la mano”
y para justificar esta idea acude al término “necesidad”. Efectivamente los
Países Bajos meridionales reunían todas las condiciones para desarrollar un
proceso industrializador, todas excepto una, no había necesidad de ello. La profusión
de la mano de obra satisfacía las necesidades productoras de los sectores
económicos, y su bajo coste hizo que el interés por mecanizar producción fuera
bajo.
Más
adelante nos encontramos con otra comparación entre países, Francia e
Inglaterra. Analiza cuáles son las claves que provocaron que el proceso
mecanizador alcanzara un desarrollo más temprano en Inglaterra en lugar de
Francia y para ello realiza un análisis de las economías y capacidades de ambos
países. Llega a la conclusión de que la riqueza de recursos naturales
franceses, materias primas y una mano de obra más abundante y barata en el caso
francés determinan, de nuevo, un adecuado desarrollo económico y, por lo tanto,
menor necesidad de mecanización. No es así en el caso inglés, donde la aparición
de nuevos inventos que solventaban problemas para la obtención y procesamiento
de recursos y materias conllevó a su mayor aplicación en el proceso de
producción. Hay que tener en cuenta además que la existencia de una mano de
obra más cara propiciaba también esta necesidad con el objetivo de optimizar
beneficios. El último factor decisivo en el que incide el autor es la demanda,
Francia y los Países Bajos meridionales carecían de una fuerte demanda interna
y externa como la inglesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario