jueves, 9 de enero de 2014

Grupo 1, tareas semanales. Resumen de lectura "Historia económica de Europa. Siglos XV-XX". Págs. 92-95; 160-172,

Resumen de lectura sobre la industria y manufactura europea en los siglos XVII y XVIII.

S.XVII

La llegada del siglo XVII no se traduce necesariamente en una mejora de las actividades de transformación. Si bien es cierto que podemos observar cierto desarrollo en algunos sectores, esto no es traspasable al conjunto general en el aspecto organizativo ni tecnológico.

El desarrollo de las manufacturas seguía teniendo un significativo desarrollo en el entorno rural, principalmente en épocas o momentos en los que las tareas agrícolas requieren menos tiempo pero también teniendo en cuenta que la remuneración de este trabajo jugaba un papel destacado en la economía de las familias. Sin embargo el centro urbano también participaba de las tareas productivas, de modo que nos encontramos ante un único sistema cuyo núcleo se basa en la unión complementaria de estos dos métodos de producción. Esta organización responde a unas necesidades muy concretas; la de controlar los costes de producción a la vez que la calidad del producto. Así las tareas más laboriosas son realizadas por los campesinos en el entorno rural, mientras que las tareas que requieren una mayor cualificación y especialización se efectúan en la ciudad. No debemos incurrir en error y pensar que éste era el único modo de organización de la producción, hay constancia de grandes empresas centralizadas que acogían en su seno a un considerable número de trabajadores, aunque generalmente este tipo de iniciativas estaban promovidas por los gobiernos para el control de sectores clave de la economía.

Más adelante se hace hincapié en el importante papel que jugaban los gremios urbanos en la economía de países como Italia, España, Alemania o Francia. El autor critica la visión que una parte de la historiografía ha tenido sobre el papel de los gremios en la economía del siglo XVII y alega que, lejos de constituir una de las causas de la crisis del XVII, han desempeñado una importante función como agente creadores y difusores del conocimiento técnico, defensa de los intereses de los miembros y sabiéndose adaptar a las nuevas condiciones del momento.

Aparece también la figura del comerciante-empresario, visto como un personaje que “tendrá un papel protagonista en la historia europea hasta la revolución industrial”. El desarrollo de sus actividades (suministro de materias primas y capital al artesanado, fijar las características del producto acabado, etc.) propiciará el nacimiento del putting-out system, “sistema de producción basado en el trabajo a domicilio”. Pero hay que señalar que el predominio de este sistema en la organización de la producción tuvo lugar fundamentalmente en el sector textil, la elevada necesidad de capital fijo o la carencia de los conocimientos técnicos necesarios constituyen el principal problema de la extensión del sistema.

S. XVIII

Para abordar el siglo XVIII el autor analiza su desarrollo en distintos países y posteriormente realiza un análisis comparativo.

Identifica a los Países Bajos meridionales, la actual Bélgica, como el territorio económicamente más avanzado de Europa. Señala que poseía una de las agriculturas y uno de los sistemas de comunicaciones más desarrollados de Europa, además de las numerosas posibilidades que le ofrecía su riqueza en recursos naturales. El aumento de la producción en casi todos los sectores de la economía y el surgimiento de auténticas regiones explotadoras de recursos constituyen un claro ejemplo de ello. Pero el principio más importante que sostiene es que “el crecimiento económico y la industrialización no eran términos sinónimos ni iban necesariamente de la mano” y para justificar esta idea acude al término “necesidad”. Efectivamente los Países Bajos meridionales reunían todas las condiciones para desarrollar un proceso industrializador, todas excepto una, no había necesidad de ello. La profusión de la mano de obra satisfacía las necesidades productoras de los sectores económicos, y su bajo coste hizo que el interés por mecanizar producción fuera bajo.

Más adelante nos encontramos con otra comparación entre países, Francia e Inglaterra. Analiza cuáles son las claves que provocaron que el proceso mecanizador alcanzara un desarrollo más temprano en Inglaterra en lugar de Francia y para ello realiza un análisis de las economías y capacidades de ambos países. Llega a la conclusión de que la riqueza de recursos naturales franceses, materias primas y una mano de obra más abundante y barata en el caso francés determinan, de nuevo, un adecuado desarrollo económico y, por lo tanto, menor necesidad de mecanización. No es así en el caso inglés, donde la aparición de nuevos inventos que solventaban problemas para la obtención y procesamiento de recursos y materias conllevó a su mayor aplicación en el proceso de producción. Hay que tener en cuenta además que la existencia de una mano de obra más cara propiciaba también esta necesidad con el objetivo de optimizar beneficios. El último factor decisivo en el que incide el autor es la demanda, Francia y los Países Bajos meridionales carecían de una fuerte demanda interna y externa como la inglesa. 

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