sábado, 11 de enero de 2014

El comercio de metales preciosos y las actividades de piratas y corsarios.

Mediante las actividades de los piratas y corsarios se intentaba burlar el monopolio español sobre el comercio con América, incluyendo el comercio de los metales preciosos. Estos piratas actuaban por su cuenta o para sus gobiernos, mediantes las “patentes de corso”, que permitía la legitimación de sus actividades.
Las actividades de estos corsarios iban dirigidas en su mayoría hacia los puertos españoles, como el puerto de Cádiz, o bien hacia los territorios americanos bajo la jurisdicción de la Corona Hispánica, como Cartagena de Indias, a partir del siglo XVII aprovechando la debilidad del Imperio español.
En cuanto al metal que llegaba a territorio hispánico, tenía como destino la Casa de Contratación de Sevilla. Por los ataques corsarios, los barcos tuvieron que navegar en forma de convoyes o sistema de flotas, compuesta por ocho buques, financiados por un impuesto sobre el comercio de América, llamado “la avería”, que  recaía directamente sobre los viajeros y las mercancías.
Anualmente salían dos convoyes, la primera flota que viajaba desde Abril hacia la Nueva España y los galeones que salían en Agosto y que llegaban a Panamá y a Cartagena de Indias.  Ambas flotas se reunían en la Habana y retornaban juntas, aunque esto varió con el tiempo. Al frente de cada flota estaba un capitán general y un almirante, y para la supervisión de la plata se designó un funcionario especial, llamado “el maestre de la plata” que custodiaba el metal precioso.
 Finalmente estas actividades corsarias se fueron incrementando, y esto obligó a aumentar la protección y los gastos aumentándose a su vez “la avería”, y retrasando la salida de flotas: cada dos años salía una flota hacia Nueva España, y cada tres hacia tierra firme.

Fuente: GONZÁLEZ ENCISO, Agustín, Historia Económica de la España Moderna, Madrid, Actas, 1999.


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