martes, 21 de enero de 2014

EL COMERCIO CEREALISTA DURANTE LA EDAD MODERNA

El tráfico comercial de más importancia era aquel que aseguraba el abastecimiento alimenticio de las ciudades. En el contexto de las economías con escasos excedentes agrícolas, las concentraciones de población no agrícola se encontraban en una posición muy expuesta y cuestionada. Tras los movimientos comerciales que se habían desarrollado a lo largo de la Edad Media, se comienza ahora a delimitar cuidadosamente las áreas de abastecimiento de cada ciudad.
La tarea de abastecer a poblaciones no agrícolas de dimensiones considerables generó una demanda que no podía ser cubierta con el sistema medieval que se había mantenido hasta ahora. El problema del aprovisionamiento de alimentos se agudizó sobre todo en el Mediterráneo mucho antes del siglo XVII. Las grandes ciudades italianas, desde hacía tiempo, eran abastecidas desde centros productores lejanos. A esto se unieron durante el siglo XVI las ciudades en crecimiento de la Península Ibérica y la demanda de los colonos del Nuevo Mundo y de los marineros que a él se dirigían. El sistema de aprovisionamiento urbano era aprovecharse del poder Real para cebarse en los productores de grano.
En España, se fijaron unos máximos para los precios del grano en 1539. Es aquí donde se canaliza la exportación del grano hacia sus destinos económicos y políticos apropiados mediante un sistema de permiso de exportación o tratte. Será falta de iniciativas que provoquen estos controles junto a la debilidad técnica y social de la agricultura del Mediterráneo lo que limite la capacidad de respuesta a la creciente demanda de grano.
La década que comienza en 1590, hace que el Mediterráneo sufra una crisis de escasez de alimentos que supone un momento clave en su historia económica. Se apreciará un alivio a corto plazo en los problemas de la oferta de grano a principios de esta década en forma de barcos holandeses e ingleses repletos de grano del Báltico. Los episodios de hambre crónico de la región se vio aliviado durante los siguientes cincuenta años gracias a los barcos del norte de Europa, en concreto holandeses. Amsterdam, el punto de llegada del grano báltico se convirtió así en el centro destacado del grano. Junto a ella, otras ciudades contaban ya con una eficiente flota de fluits que embarcaban anualmente suficiente grano como para alimentar a más de medio millón de personas.
Muchas transacciones en el comercio del grano serán negociadas por intermediarios profesionales en lugares frecuentados por los comerciantes más que en el mercado libre. En líneas generales, la comercialización de los alimentos en la mayor parte de países como Inglaterra se reorganizó para abastecer de forma eficaz a Londres. El Estado nombró a jueces de paz locales para asegurar así las provisiones locales de alimentos mediante la implantación de las antiguas leyes contra el acaparamiento, compra privada de mercancías antes de ser puestas en venta al público, y la reventa, su adquisición para ser vendidas otra vez en el mismo mercado o en un cercano.
Será hacia 1700 cuando la preocupación del gobierno no era mantener -como hasta ahora sucedía- alimentada a la población ciudadana, sino cómo despejar el mercado nacional de una excesiva provisión de grano.

Adriana Blázquiz González


Bibliografía:
DE VRIES, Jan, La economía de Europa en un periodo de crisis: 1600-1750, Madrid, Cátedra, 1982.

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