sábado, 7 de diciembre de 2013

La Fuerza de Trabajo Femenina en Inglaterra en el S.XVIII.

La Fuerza de Trabajo Femenina en Inglaterra en el S.XVIII.

La implantación del sistema doméstico supuso en muchas ocasiones un impulso a la economía familiar, aunque estuviera claramente infrarremunerado, otorgando a las familias lo básico para poder subsistir, y siendo el diferencial entre subsistencia y hambre. En casos concretos, estos ingresos sí que permitían un desahogo mayor a familias concretas, que pudieron ver satisfechas ciertas comodidades.

Ahora bien, ¿quiénes eran los encargados de aportar estos ingresos extras? La respuesta, como bien sabemos todos, es las mujeres (y también los niños, pero en menor medida). El primer desarrollo social producido por el sistema doméstico fue la división del trabajo. El hombre tendría un mayor protagonismo en las labores agrícolas, mientras que la mujer, a parte de realizar las tareas domésticas, aportaba ingresos en la economía familiar, ya fuera en forma de aportaciones monetarias como en productos.

Estos productos son, en la inmensa mayoría de los casos, textiles. Esto va produciendo una protoindustrialización en el seno de los hogares. Pero como bien hemos comentado anteriormente, la producción doméstica no conllevaba ingresos proporcionados a la fuerza de trabajo. Por tanto, ¿quiénes eran los mayores beneficiarios de esta producción? Los mercaderes manufactureros, fueron los vieron en estas labores beneficios adicionales, siendo el hilado es el prototipo de trabajo femenino doméstico.

Puede que llegado el siglo XVIII, esta labor femenina en trabajos protoindustriales no fuera una novedad, pero sí es en este siglo cuando se produce la expansión de este trabajo doméstico, y no solo en zonas urbanas. En el mundo rural, pese a la participación de la mujer en labores agrícolas, donde las familias debían cumplir con los cupos de producción establecidos por los señores, también se lleva a cabo una expansión del trabajo doméstico. Los señores no ven con malos ojos el que mujeres y niños realizaran trabajos domésticos, ya que de esta forma el trabajo masculino quedaba anclado al trabajo de la tierra, por lo que de esta forma, los señores veían como el trabajo masculino se restringía, cumpliéndose así una de sus preocupaciones.



BERG, M., La Era de las Manufacturas 1700-1820, Editorial Crítica, 1987, Barcelona.

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