Podemos
afirmar, sin lugar a dudas, que el la fabricación y comercialización de telas
en la Península Itálica a lo largo de la Edad Moderna fue uno de los sectores
económicos más importantes de dicho ámbito geográfico. De este modo encontramos
como en ciudades como Florencia o Venecia, entre mediados del silgo XVI y hasta
comienzos del siglo XVII (hasta 1620 en el caso veneciano) el volumen de
producción de paños laneros era inmenso, situándose en torno a las 30.000
piezas por año. Un crecimiento de producción del que también se beneficiaron
otros núcleos, como Mantua, aunque en menor medida (reduciéndose la cifra a la
mitad, en torno a las 15.000 piezas al año).
Pero esta fase
de crecimiento podemos decir que, tal y como hemos mencionado anteriormente, se
detendrá a lo largo del primer cuarto del siglo XVII, una detención a la que
seguirá una caída gradual cada vez más catastrófica y visible que alcanzará sus
niveles más bajos una vez llegado el siglo XVIII. Mas, para explicar esta caída
del sector de fabricación de paños en la Península Itálica, habiendo partido de
una situación boyante en el siglo XVI, se han de atender diversos factores los
cuales, si bien no explican individualmente dicha caída, sí se pueden ver en
conjunto como motivos suficientes para la misma. De este modo, encontramos en
primer lugar la competitividad del mercado internacional, fruto de esa
globalización progresiva que se irá produciendo a lo largo de la Edad Moderna
(tal y como se expuso en las prácticas); en este sentido, la caída del paño
italiano se verá influenciada por la entrada al mercado de los paños
procedentes de Inglaterra y los Países Bajos, fabricados con telas más ligeras,
baratas, y de unos colores que resultaban muchísimo más atractivos al comprador
que los italianos que tradicionalmente se habían impuesto.
Dejando a un
lado esos factores de competitividad exterior, no podemos dejar de analizar los
factores que, dentro de la Península Itálica, afectan negativamente al comercio
textil. En este sentido, podemos hablar de dos factores especialmente
importantes: en primer lugar y complicada situación interna marcada por las
epidemias y los conflictos, que dejan diezmada a la población tanto por la
disminución de la mano de obra y los demandantes, como por la bajada en el
poder adquisitivo de una población devastada. Encontramos cómo entre el último
cuarto del siglo XVI y hasta mediados del XVII fenómenos de este tipo asolan la
actual Italia: epidemia de peste en 1575 – 1576, episodios de hambrunas en la
década de 1590, una nueva epidemia de peste ya en el siglo XVII (1630 – 1631),
y por último, la guerra Franco – Española entre los años 1635 y 1659. Pero esta
situación de continua inestabilidad no es el único factor interno, sino que hay
que tener en cuenta un segundo motivo para la decadencia en el comercio de
paños de esas grandes ciudades que hemos visto anteriormente (Florencia y
Venecia): la incursión en el sector de la fabricación de paños de núcleos
poblacionales menores, como el caso de Padua que superará la producción
veneciana todo el siglo XVIII. Se trata de una producción que, comparativamente
con las ciudades, es mucho más libre en el sentido de que no está tan sujeta a
la dirección de los gremios, por lo que pueden comercializar sus productos a
precios menores (para ganar en competitividad con los grandes núcleos
productores tradicionales) y pagar salarios más bajos a sus trabajadores (ahorrando
por tanto en costes).
Pero todo lo
anteriormente mencionado iba en relación a los paños de lana, mas éstos no eran
el total de la protoindustria textil italiana de la Edad Moderna, sino que
también es destacable la rama de la seda. En algunos casos su importancia es
mucho mayor que la lana, como en el florentino, donde el triple de población se
dedicaba a la producción de seda en comparación a la fabricación de paños de
lana (en cifras referidas a comienzos del siglo XVII). Aún así, el mayor núcleo
productor de sedas no se encontraba en la Península Itálica, sino que estaba
situado en Sicilia, destacando las ciudades de Palermo y especialmente Messina,
cuyo puerto será punto de partida de numerosos productos de seda
manufacturados. La rama de la seda, vivirá también una evolución similar a la
de los paños de lana, con un descenso desde mediados del siglo XVII (momento
álgido del comercio de la seda en Messina, cuando el valor de las exportaciones
se ha establecido en torno a las 600.000 libras en 1650 – 1665) tal y como se
aprecia en la caída del valor del total de las exportaciones entre 1670 y 1680,
una caída de la que no se volverá a recuperar plenamente (llegando, como mucho,
a la mitad del valor del momento de mayor esplendor del comercio de seda).
Vemos por tanto un comercio textil italiano que, como ya hemos dicho anteriormente
caerá en picado ya en el XVIII frente al aumento del creciente poder del
comercio internacional inglés que será el ya imperante en el siglo XIX.
WILSON, Charles; PARKER, Geoffrey (1985): "Historia económica mundial. Una introducción a las fuentes de la historia económica europea 1500 - 1800." Ediciones Siglo XXI, Madrid.
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