A partir de los años noventa, hubo un repunte de las investigaciones acerca de cuánto creció Europa antes de la Revolución Industrial. Entre esos estudios, Van Zanden destaca el de Angus Maddison, quien en 2001 publicó The world economy. A millennial perspective. Esta obra, se desgaja de los resultados de investigaciones anteriores, ya que sus estimaciones del crecimiento europeo entre 1000-1820 nos dicen que el PIB para este período se triplicó. Estos resultados no estuvieron exentos de críticas, como la reseña de Giovanni Federico. Van Zanden tratará, en primer lugar, de analizar la relación entre crecimiento y cambio estructural; en segundo lugar, de desarrollar un nuevo método para estimar las series anuales que representen la evolución del PIB a largo plazo; y para finalizar, discutirá una de las cuestiones abordadas por Maddison en sus estimaciones del PIB europeo, la comparación con China (según Maddison, si bien en el año 1000 el PIB chino superaba al europeo, en 1820 sólo representaba la mitad del europeo, y puesto que el PIB asiático no se redujo, por fuerza el europeo hubo de crecer de forma rápida).
En cuanto a la primera cuestión, el crecimiento económico y su relación con el cambio estructural, Van Zanden la analiza en claves de declive de la agricultura y desarrollo de la industria y los servicios como fuentes de empleo y producto. Peculiaridad de Inglaterra y Holanda: nivel de cambio estructural mayor que en el resto de Europa, lo que se tradujo en un crecimiento precoz que provocó una transformación aún más radical de la estructura productiva de la economía. Las estimaciones de Maddison al respecto son rechazadas por Van Zanden por un lado, por su inconsistente relación entre crecimiento y cambio estructural que parece haber existido antes del s. XIX, y por otro, no concuerdan con la mayor parte de las investigaciones realizadas en los últimos años.
En cuanto a la estimación Van Zanden para antes de 1800, el enfoque seguido será explicar la variación del PIB por habitante en Europa entre 1500-1800, a partir de los datos de Van Zanden en función de dos variables independientes, los salarios reales de los trabajadores no cualificados y el nivel de transformación estructural de las economías objeto de estudio. La participación de la agricultura en el empleo es, a su vez, un índice de cambio estructural, y está inversamente relacionada con el grado de industrialización y urbanización, lo que se tradujo en una desigualdad de los ingresos, con una concentración de capitales en las ciudades. De esto se deduce que el porcentaje de fuerza de trabajo en la agricultura guarda una relación inversa con las rentas de los no asalariados, luego hay una correlación negativa entre participación de la agricultura en el empleo y el PIB per cápita, siendo positiva entre los salarios reales y PIB por habitante. A partir de la estimaciones del PIB por habitante y de la población, es posible calcular el PIB per cápita europeo entre 1500-1800.
Las estimaciones de Maddison nos hablan de un crecimiento económico muy acusado entre 1180-1330 y 1348-1450, tras lo cual se produjo un estancamiento en Europa, lo que se denomina como “trampa de equilibrio de nivel alto”, que se mantendría hasta finales del siglo XVIII. Van Zanden no está de acuerdo con esta hipótesis, ya que, por ejemplo, el estancamiento pudo haberse debido a un posible techo en la productividad en la Edad Moderna. Además, se tiene constancia de Estados que durante la Edad Moderna sí crecieron, como Inglaterra, Holanda y, a partir de la segunda mitad del siglo XVII, Francia. El estancamiento del PIB por habitante europeo sería resultado de una aguda caída de los salarios reales. El ligero crecimiento del PIB por habitante entre 1450-1800 vino acompañado de la disminución de los salarios reales.
Por último, al analizar la comparación de Maddison de Europa-China, Van Zanden destaca que el primero sobrevaloró el crecimiento en Europa e infravaloró el chino, siendo perfectamente compatible un relativamente crecimiento lento del PIB por habitante europeo con un intercambio de posiciones entre ambas zonas entre el s. XI y finales del siglo XVIII.
Como conclusión, el crecimiento europeo 1000-1820 fue mucho menor que el sugerido por Maddison. Además, se presenta un nuevo modelo para calcular el crecimiento económico del Antiguo Régimen.
Esto ha sido el resumen del artículo, ahora pasaremos a las críticas. Por un lado, no queremos desaprovechar la ocasión para señalar que Van Zanden hace una historia económica demasiado tecnicista. En múltiples ocasiones alude a términos y emplea expresiones que utilizaría un economista, no un historiador. La interpretación histórica se olvida en pro de un sinsentido de datos, estadísticas y gráficas que vienen a demostrar que Maddison se equivoca, pero que no aportan absolutamente nada al conocimiento histórico. Quizás sí que puede ser útil como acercamiento al tema (incluso como manual de cómo no hacer un artículo de Historia económica), pero en ningún caso tomaríamos, ni recomendaríamos, este artículo como base para un estudio histórico. Además, el autor peca de cinismo al citarse a sí mismo en todas las páginas de su artículo. Tampoco coincidimos en su propuesta de situar antecedentes de la Revolución Industrial en la Edad Media.
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