viernes, 29 de noviembre de 2013

The decline of Spain: a historical myth?

La idea principal en torno a la cual gira el artículo es la revisión del concepto de declive y debilitamiento español para la Edad Moderna, mantenida durante mucho tiempo por los historiadores, pero que debe ser eliminada ya que no es válida por muchas razones, siendo necesaria una revisión del tema y un giro metodológico.

A su vez la estructura del texto es clara: Israel presenta las teorías de Henry Kamen para después valorarlas, refutarlas o dar su opinión sobre el asunto.

Kamen plantea un panorama de desarrollo en la España de los siglos  XVI y XVII, pero siempre condicionado y obstaculizado por la dependencia (que no declibe) de otros mercados y potencias que avanzaban en su industrialización. Sin embargo estas nuevas ideas deben ser puestas en cuarentena, tomadas con cuidado.

Para avalar y argumentar su tesis, Kamen recurre a los arbitristas. Afirma que en los escritos de estos teóricos que trataban de resolver los problemas económicos del país, muy pocas veces aparece el término decadencia, abundando más el de infortunios, cambio de suerte, de fortuna, oportunidades perdidas. La percepción de los mismos es como que su época seguía a la Edad de Oro, que sitúa en los RRCC y no en la etapa de los Austrias Mayores como tradicionalmente se ha pensado en la historiografía. Israel aclara la situación, poniendo de relieve lo que sencillamente es un choque con la realidad: la idea de empobrecimiento, declive, si está presente en la literatura económica. El término declive puede no abundar, pero sí lo hacen ruina total, daño general, declinación. Se tiene conciencia de que se vive una caída repentina, abrupta respecto a una etapa de florecimiento anterior.

Kamen pone en relación el deterioro del Seiscientos con el declinamiento del poder militar e imperial español. Dice que los estudiosos ven el inicio de esta  crisis en 1640, mediados del XVII, por lo que hay que entenderlo a parte de lo económico, que abarca diferentes periodos previos, desde mediados de 1550.  El autor del artículo afirma que en este sentido Kamen sigue la línea tradicional. Sin embargo este da mucha importancia a los conflictos contra los franceses, como la derrota española en Rocroi, en 1643. Es evidente que esto fue determinante, pero Israel dice que los conflictos anteriores y la larga y pesada herencia de Carlos y Felipe tampoco mejoraron la situación.  

Volviendo a la idea de dominación y dependencia comercial, Kamen afirma que durante el reinado de los Reyes Católicos se exportaba materias primas a bajo coste y se importaban manufacturas más caras, lo que a la larga generaba una balanza negativa, nociva para la economía, que se verá agravada con el descubrimiento de América y la apertura de nuevos mercados, a los que Castilla, con sus débiles manufacturas no pueden hacer frente, aumentando esa dependencia. Sobre esto Israelí atacará la rotundidad y lo absoluto de las afirmaciones de Kamen: pudo haber dependencia, pero debemos reconocer que hasta 1570 está atestiguado un periodo de crecimiento urbano, demográfico, industrial (textil, cuero, construcción de barcos…) que se evidencia en la capacidad de las ciudades castellanas para alzar la voz ante Carlos I cuando ven amenazados sus intereses por las políticas económicas del monarca.

El siglo XVI en parte fue difícil en Europa: los conflictos con Países Bajos y el bloqueo que estos imponen, hacen que el flujo de mercancías desde Flandes, tradicional suministradora, a Castilla, mermase considerablemente. En los centros franceses, como Rouen y Amiens también hay un declive, afectados por las guerras de religión. Junto a ello Inglaterra sigue centrada en los productos norteños.  Todo cambiara a inicios del XVII, etapa de crecimiento industria francesa, holandesa y flamenca. Inglaterra empieza a producir los tipos mediterráneos, al tiempo que la industria española cae, se colapsa. Se evidencian, se detecta un notable aumento de las importaciones, debido al cese de la guerra con Provincias Unidas, que levantan el bloqueo a Flandes. Aumento de las exportaciones holandesas también.

Retroceso industrial generalizado, si bien se rastrean vestigios de desarrollo industrial (Palencia).  Las cortes toman medidas: limitar exportaciones y prohibir importar sedas italianas por ejemplo, o gravar las importaciones de manera elevada. Israelí afirma que no es casual que sea en la primera mitad del XVII, momento de mayores problemas, cuando más se mueva la pluma de los arbitristas, que apoyan las medidas proteccionistas  y de control de la exportación, que beneficiaran a la economía.
Esta es la reacción de Felipe III y Felipe IV a la crisis: se entiende que la restricción del comercio exterior español es la solución para una economía enferma. Cinturón contra la importación. Sin embargo las políticas de reactivación económica fracasan. Si bien se reducen las exportaciones de lana (en parte por la ausencia de flotas holandesas que carguen las mercancías) las ciudades castellanas no aprovechan esa ocasión proteccionista favorable.

Incide en los hechos cruciales de 1650: tratado de Münster de 1648 y Paz de los Pirineos de 1659. Se reactiva el flujo, se levantan restricciones. Israel dice que es el fin de una época y que efectivamente España era un tema y mercado dominado por capital y productos extranjeros.

Para acabar, Israel repasa otros tres puntos de los trabajos de Kamen. Por un lado está el tema de la demografía. Estudia la población de forma independiente a la economía, sin tener en cuenta las numerosas imbricaciones y paralelismos existentes entre ambas. Israel afirma que no se entiende el análisis social sin tener en cuenta el desarrollo económico, histórico. De esta forma, a una etapa de crecimiento demográfico y económico le siguió en la primera mitad del XVII una etapa de retraimiento (despoblamiento del campo, aumento de la presión fiscal, problemas con la propiedad de la tierra etc.)

Junto a esto, otro de los temas candentes es la identificación de Castilla con España. Kamen ve esto como un error historiográfico que tiene que ser desterrado. Sin embargo aquí Israel muestra una visión con la que no estoy del todo de acuerdo. Viene a afirmar que esta identificación se explica por la preeminencia geográfica de Castilla, viendo a Aragón como una zona marginal, de extrarradio, sin darse cuenta de que será en este extrarradio peninsular la vanguardia de la recuperación y el desarrollo industrial.


Finalmente está el problema de la cronología. La línea tradicional anticipa el inicio de la crisis al siglo XV, mientras que siguiendo a los arbitristas, sitúa el comienzo del decaimiento a comienzos del XVII, prolongándose la situación hasta mediados del Seiscientos. 

Ángel G. Ureña Palomo
(trabajo semanal del grupo 1)

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