LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DE LAS ESTRUCTURAS DE LINAJE
- Normalmente se identifica el parentesco nobiliar en la Plena y Baja E.M., con el linaje agnaticio.
- El parentesco agnaticio de tipo dinástico alcanza su máximo
desarrollo en el norte de Francia durante los ss. X-XII. La
primacía de la masculinidad en la transmisión de bienes no implica
la primogenitura como vía de selección. Es importante la fuerza
que tienen los elementos cognaticios o bilaterales. La implantación
de un sistema de linajes y la combinación con los elementos
cognaticios presentan matices regionales. Además el triunfo del
modelo matrimonial eclesiástico es indispensable para el
establecimiento pleno de las estructuras familiares medievales. En
cuanto al marco jurídico, hay que distinguir entre países y
regiones de derecho consuetudinario y de ley escrita, y analizar su
procedencia, romana, germánica o la proporción entre ambas.
- En una fase previa, hay que destacar la inexistencia de
estructuras agnáticas de linaje, que se explica por la ausencia de
un concepto claro de nobleza, que comienza a insinuarse en el s.
XI. En las investigaciones realizadas para Galicia y León, vemos
que existe un sistema igualitario de transmisión de la herencia
por la influencia de las disposiciones legales visigóticas, que
establecieron la mejora. Esta se usó entre los ss. IX-X como
donación a las iglesias. A partir del s. XI se empieza a usar
dentro de las familias, para mejorar la herencia de uno de los
hijos, que no tenía porque ni varón, ni el primogénito, y
siempre se concedía a voluntad de los padres. Como consecuencia de
lo anterior, las líneas derivadas del varón y de la mujer
operaban en igualdad de condiciones. Algunos autores han insistido
en la falta de conciencia social de los linajes por la escasez de
referencias al pasado familiar o por la inexistencia de una
residencia estable. Sin embargo, se constata, en algunos
territorios hispanos, manifestaciones aisladas de una conciencia de
grupo y una solidaridad familiar que remite a unos vínculos de
tipo horizontal generalizados. Se considera que la función de la
residencia familiar estaba formada por el núcleo central del
dominio y los centros eclesiásticos que allí se encontraban.
Estos centros constituían espiritual y materialmente una reserva
para sus propietarios, además de un elemento de intensificación
del grupo. Los términos de parentesco reflejan la mezcla de
elementos agnaticios y cognaticios. La “casata” designa al
conjunto de descendientes de un epónimo común. Las “gentes”
son segmentos familiares constituidos por las unidades conyugales y
sus descendientes. Los “parentes” indican a todos los
individuos que mantienen relaciones de parentescos, son los que
forman la parentela. “Propinqui” es un término más ambiguo, que identifica a los
allegados ya sean parientes o no.
- La instauración de los primeros rasgos de linaje se manifiesta con la introducción de elementos agnáticos y la
jerarquización interna del grupo de parientes propia del linaje.
Salvador de Moxó ha datado el nacimiento de las familias nobles en
Castilla en el advenimiento de la casa Trastámara. Las
características del régimen de propiedad y de la herencia son las
mismas que en el periodo anterior, la posesión conjunta de
patrimonios territoriales y el reparto igualitario entre los
descendientes. Hay 3 elementos que nos hablan de una conciencia de
grupo a nivel general y concreto, de pertenencia a una capa social
y a una familia integrada en ella. Los linajes con una fuerte
implantación social empiezan a usar el cognomen como apellido
fijo. Es habitual la adopción de un topónimo que hace referencia
al núcleo del poder señorial. El uso de emblemas heráldicos
constituye uno de los elementos más identificadores de los linajes
en Europa. Otra tipo de testimonio que refuerza la idea e
conciencia del parentesco basada en la troncalidad, es la
existencia de panteones familiares.
- El triunfo del agnatismo tiene lugar entre los ss. XIII-XIV,
corresponde con la formación de una oligarquía aristocrática, el
aumento de dominios nobiliarios y de las atribuciones señoriales,
la proliferación de concesiones hereditarias, y el enfrentamiento
entre facciones nobiliarias y entre estas y la monarquía. En este
periodo se empieza a utilizar el mayorazgo, el traspaso al
primogénito del núcleo originario del patrimonio para evitar su
descomposición, pero no es hasta finales del s. XV o principios del
s. XVI cuando se instauró completamente. La mujer noble parece
haber tenido un importante papel en este periodo, que se le
concedía por el prestigio de su linaje o por la herencia aportada
al matrimonio. En cuanto a los colaterales, no hay ningún
documento que hable de vinculaciones con alguno de ellos, aunque si
hay datos sobre la solidaridad entre parientes a la hora de
erigirse como parte acusadora en un juicio, o lanzar un desafío
ante una ofensa.
- La consolidación de los linajes tiene lugar en el periodo
trastamarista y se mantiene en vigor hasta mediados del s. XVI. Se
multiplican las alusiones a los antepasados, hay una mayor
insistencia en la masculinidad y la primogenitura que se manifiesta
con el mayorazgo, y la proliferación de signos externos de poder.
Se mantiene la regularidad onomástica entre abuelos, padres e
hijos. Los elementos distintivos del linaje son aquellos que se
incluyen en el mayorazgo y se mantienen en la línea troncal
durante generaciones.
- Vinculado al matrimonio esta el problema de la transmisión del patrimonio dentro del grupo familiar. Durante los ss. XI-XII los bienes paternos y maternos se dividían entre todos los herederos, a cada uno le correspondía una parte equivalente al margen de su sexo. La primogenitura como base en la transmisión de los bienes familiares se empezó a manifestar en Castilla a partir del s. XIII, con la mejora y el mayorazgo, que se consolida en el s. XV. El triunfo del agnantismo y la primogenitura no significó la exclusión de los segundones. En cuanto al reparto de una parte de la herencia entre los hijos segundos entraban en consideración dos aspectos: el legal, ya que las disposiciones jurídicas castellanas disponían la obligatoriedad de hacer a todos los hijos participes de la herencia; y el mental, ya que se pensaba que todos los miembros del linaje debían vivir en una posición social y económica acorde al mismo. Cuando fue posible, la idea de la nobleza castellana fue la de crear varios mayorazgos. Durante los ss. XI-XII las hijas participan de la legítima en igualdad de condiciones que los hombres, pero a partir del s. XIV, coincidiendo con la consolidación del sistema dotal, la dote se convirtió en la parte principal de la herencia que recibían. La parte más importante de la herencia de las viudas estaba constituida por los bienes que les eran concedidos de forma vitalicios, como villas o rentas. El papel de los colaterales y bastardos fue limitado y restringido a la falta de herederos directos. Si recibían mandas, que podían ser pequeñas cantidades de dinero o bienes de ajuar.
BIBLIOGRAFÍA
BECEIRO PITA, Isabel y CÓRDOBA DE LA LLAVE, Ricardo; Parentesco, poder y mentalidad. La nobleza castellana XII-XV. CSIC, Madrid, 1990.
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