Bueno como lo prometido es deuda y un hombre vale lo que vale su palabra, os colgamos el texto de la primera parte de la presentación que habéis visto, con el fin de que sirva de ayuda para preparar la pregunta de la crisis del siglo XVII. ¡Ánimo!
La crisis del siglo XVII
en España una visión historiográfica.
Miré los muros de la patria mía/ si un tiempo fuertes ya
desmoronados/ de la carrera de la edad cansados/ por quien caduca ya su
valentía. Francisco de Quevedo (1580-1645)
”Que preserve en su fe, que se declare campeón de Cristo y
apóstol armado de la civilización cristiana, hasta que tenga sus solemnidades y
sacrificios donde quiera que el sol alumbre” Tomasso
Campanella (1568-1639). [1]
Análisis de conceptos.
Para comenzar resulta preciso componer una imagen de los distintos
conceptos que pretenden definir la situación económica y política de la corona
Española durante el siglo XVII. La terminología empleada por los diferentes
especialistas en el tema viste los colores particulares de la visión subjetiva
del autor. Ejemplos sencillos de estas tendencias quedan reflejados en los
distintos calificativos con que se pretende simplificar la denominación de los
diferentes Austrias. Menores o segundos; primeros o mayores constituyen
adjetivos peligrosamente personales que el lector corre el riesgo de asociar a
periodos de decadencia o éxito.
El concepto de decadencia hace alusión a un proceso de pérdida de
un esplendor anterior, de modo que su connotación afecta a todos aquellos
factores que conformarían el esplendor anterior. En otras palabras, el término
hace referencia a un proceso que afecte
a todos los elementos de la misma manera, de forma individual y en paralelo.
Por tanto a la hora de afirmar un proceso de declive a nivel global debemos tener
presente los distintos aspectos particulares que componen el éxito general de
una nación. En el análisis regional que ofrece Marcos Martín en su obra España en los siglos XVI, XVII y XVII:
economía y sociedadI[2],
podemos observar diversos ejemplo de disparidad regional. En lo concerniente al
ámbito demográfico, la diversidad regional queda patente al existir, en pleno
proceso de crisis, regiones donde el crecimiento de la población es positivo,
como son Granada o Cantabria. La realidad que este hecho refleja permite
determinar la existencia de comportamientos variados en ámbitos concretos, por
lo que no podemos hablar de una decadencia global.
El uso impreciso del término a lo largo de la historia responde en
su origen intereses más próximos al prejuicio que al análisis científico. El
interés por defender la decadencia española del siglo XVII puede deberse a
intereses políticos, influencias filosóficas o cuestiones personales del
investigador. Por un lado, la búsqueda de una imagen de éxito de la monarquía de
Luis XIV frente al resto de potencias constituye un buen ejemplo de motivo
político habitual. Por otro lado, la influencia de las reformas ilustradas que
radicaliza el debate sobre el declive, entre los defensores de la gloria del
imperio y los partidarios de la decadencia más absoluta[3],
forma parte de las de las numerosas
influencias culturales con que los historiadores tienen que lidiar, viéndose
reflejadas en sus obras.
“No son las
monarquías diferentes de os vivientes o vegetables. Nacen, viven y mueren como
ellos, sin edad consciente” Don Diego Saavedra
Fajardo
Teóricos y escuelas
desde el XIX hasta los años cincuenta del siglo XX.
Tras la ilustración, con el surgimiento del positivismo se dieron
numerosas publicaciones pseudocientíficas que buscaban explicar la realidad
española del XVII por medio de causas alternativas. La tendencia a establecer
deducciones lógicas por medio de silogismos como criterio científico llevó al
establecimiento de unas causas detonadoras de la crisis, un tanto disparatadas.
Ejemplo de ello lo encontramos en la Herejías
de Pompeyo Gener donde podemos resaltar el capítulo titulado La decadencia nacional, donde se
estipula que las normas de austeridad eclesiástica vinculadas al ayuno y el
desarrollo de una catastrófica sucesión de causas y efectos, llevaron a un
proceso de degeneración del componente humano tanto físico como moral.
M. Avilés nos ofrece tres categorías en función de su postura a la
hora de abordar la recurrente decadencia del siglo XVII español[4].
En primer lugar encontramos los tradicionalistas quienes defienden que el proceso de decadencia se
inicia con el rechazo de la tradición hispánica por los borbones. Menéndez y
Pelayo fijando el comienzo del declive en la expulsión de los jesuitas de 1767
es un ejemplo de esta tendencia. En segundo lugar, destacamos la figura de los innovadores. A diferencia de los
anteriores establecen como punto de partida el rechazo de la reforma
eclesiástica y el aislamiento de Europa con la contrarreforma. Como exponentes
de esta alternativa teórica encontramos a Ortega y Gasset entre otros. Por
último, la vía media, representada
por Miguel de Unamuno, quien establece por medio de los conceptos de historia e
intrahistoria la presencia de ideales eternos que sirvan de base a ideales
nuevos regeneradores. Como antítesis de estas tendencias encontramos las
teorías que parten de un rechazo al concepto de decadencia sustentado en su
negativa a reconocer la existencia de una éxito previo a la misma.
Sin embargo, cabe destacar que todas estas tendencias
historiográficas tratan de vislumbrar los orígenes de la pérdida hegemónica en
que se traduce la tan mencionada decadencia. Una búsqueda cuyo patrón común se
encuentra en la necesidad de buscar una regeneración de la patria.
Ya en el siglo XX continua el estudio sobre la decadencia de
España de la mano de diversos especialistas. Por un lado Earl J. Hamilton en su
artículo The decline of Spain[5]
habla de los diferentes factores que conllevaron el declive español. Entre
otros, señala el excesivo poder de la iglesia por medio de la inquisición, los
problemas vinculados al carácter de los propios monarcas o el desprecio al
trabajo como consecuencia del hidalgo español. Cabe destacar el establecimiento
de la relación entre la llegada del tesoro americano y el esplendor de la corona. Sus tesis ya
superadas, interpretaron un papel fundamental en la investigación sirviendo
como base para autores posteriores. J. H. Elliot, contrario a las teorías de
Hamilton, aboga por un enfoque más amplio profundizando en factores que exceden
lo meramente económico.
La revolución de la
teoría tradicional: Kamen, Wallerstein y su crítica.
Las teorías basadas en un análisis más amplio tuvieron su momento
de expansión durante los años cincuenta. P. Vilar, A. D. Lublinskaya, o E.
Hobsbawm entre otros, serán los referentes de los nuevos estudios. Su labor dará como fruto la introducción de
España y su declive en un contexto de crisis internacional de modo que su
situación se entendería como una derivación particular de la situación general.
Sin embargo Kamen no verá satisfactoriamente los análisis
anteriores abriendo con su crítica nuevas líneas de debate[6].
En primer lugar parte de la idea de que los estudios anteriores no explican
correctamente las causas de la crisis. Inicia sus tesis bajo la premisa de que
España es un país subdesarrollado, es decir no existe un esplendor previo. En
segundo lugar, analiza las tesis de Vilar quien determina las diferencias entre
la economía valenciana y la castellana. Con esta base establece que la que
economía española presenta más similitudes con un patrón económico heterogéneo
conformado por varias economías dotadas de ritmos distintos de crecimiento. En
tercer lugar, conceptualmente, Kamen rompe con el concepto de “decadencia economía”
para introducir el término dependencia. Entiende que la economía española al
basarse en la exportación de materias primas establece una relación de
dependencia hacia el capital extranjero. Sin embargo, Kamen afirma que la
existencia de una dependencia económica no excluye la presencia de elementos no
económicos que se deben incluir en el concepto de decadencia.
J. I. Israel en su artículo The
Decline Of Spain: A Historical Myth?[7]
Matizará algunas cuestiones. Siguiendo el principio de dependencia, Kamen, usa
los textos arbitristas, donde el concepto decadencia se encuentra ausente, como
prueba de una conciencia popular positiva ante la situación económica. Sin
embargo, la presencia de términos similares evidencia una realidad distinta. En
cuanto al criterio de dependencia, las exportaciones de materias primas y las
importaciones de productos elaborados durante el reinado de los Reyes Católicos
son evidencia del inicio de un proceso de dependencia que crecerá
posteriormente. J. I. Israel, de nuevo matizará esta situación defendiendo la
existencia de un crecimiento de las ciudades que se verá demostrado con las
revueltas contra Carlos I.
Un autor que matizará las teorías de Kamen será Wallerstein quien
defenderá que en 1492 se creará un economía mundo. Mediante un sencillo esquema
a modo de círculos concéntricos donde se situarían los diferentes países,
determinará la evolución económica mundial desde el siglo XV para justificar el
orden nacional en el siglo XIX. Según su teoría la trayectoria economía desde
el siglo XV tiene como fundamento el desarrollo de las exportaciones de
materias primas y las importaciones de productos elaborados. Estos
comportamientos tendrán dos pautas en su representación los países en los
círculos centrales serán los que reciban las materias primas y exporten los
productos elaborados, de esta forma los países en el centro tendrán balanzas
comerciales positivas. Según sus teorías la monarquía hispánica se situaría
inicialmente en el centro para, después de ver fracasado su proyecto imperial,
situarse en torno al círculo central antes de la periferia donde se situarían
las economías coloniales. El primer problema que observamos al analizar su
teoría radica en la existencia de varios centros, no de un centro único. Por
último, encontramos un error de base en el planteamiento. Observamos un
anacronismo, Wallerstein, pretende justificar la situación inglesa del XIX a
partir de unos orígenes en la
Edad Moderna. En otras palabras, plantea la teoría y adapta
la investigación a los resultados deseados.
Pese a los diversos estudios realizados desde el mismo siglo
XVII hasta la actualidad, todavía no se
ha establecido una respuesta clara que explique con precisión las causas del
declive, decadencia o caída en definitiva de la crisis que sufrió Castilla durante el siglo XVII. A continuación trataremos de ofrecer una visión
particular de cada uno de los campos sostenedores de la economía de la corona
española durante el periodo de crisis.
Bibliografía.
- Dominguez
Ortiz, A. Hstoria de España Alfaguara
III. El antiguo Régimen: Los Reyes Católicos y los Austrias. Alianza
Universidad. Madrid. 1977.
-
Hamilton ,
E. “The decline of Spain ”. The
Economic History Review. Vol. VIII, Nº2 (May, 1938)
-
Marcos Martín, A. España en los siglos XVI, XVII y XVIII: Economía
y sociedad. Editorial Crítica. 2000
-
Israel ,
J. “The Decline Of Spain :
A Historical Myth?” Past and Present.
Nº81 (Nov 1978).
-
VVAA. La España Moderna. Ediciones Istmo. España.1992.
Recursos en la red:
-
Albiñana,
S. “Notas sobre decadencia y arbitrismo” En: http://www.uv.es/dep235/PUBLICACIONS_II/PDF114.pdf (Última consulta: 10-1-2014; 17:45)
[1] Encontramos la ambigua visión sobre la decadencia de corona
hispánica en las figuras de Quevedo y Campanella quienes siendo coetáneos
ofrecen visiones distintas sobre la situación del imperio. Quevedo que quedará
reafirmado en los estudios naturalistas posteriores de Saavedra, dibujando en
su lírica la imagen de una nación envejecida abocada a la inevitable muerte. En
Campanella encontramos un retrato trascendente donde el esplendor de la
monarquía radica en su carácter espiritual. Siguiendo con sus teorías
filosóficas Campanella encomienda la misión a la monarquía española, símbolo de
la cristiandad, del buen gobierno del mundo. De estas dos perspectivas
obtenemos el ejemplo perfecto de la complejidad que conlleva la aplicación del
concepto decadencia como un todo.
[2] Marcos Martín, A. España en los siglos XVI, XVII y XVIII:
Economía y sociedad. Editorial Crítica. 2000
[3] Un ejemplo de ello lo encontramos
en: “Pero ¿qué se debe a España? Y en dos siglos, cuatro, diez ¿qué es lo que
ha hecho por Europa?” (La enciclopedia, 1782, I, 554-568) Réplica del artículo
en la obra de Juan Pablo Forner, Apología
de 1786.
[4] Avilés,
M (Coord). La crisis del siglo XVII bajo
los últimos Austrias. Gredos. Madrid .
1988. Pp.11-13.
[5] Incluido en: VVAA. La España Moderna.
Ediciones Istmo. España.1992. Pp. 271
[7] Israel ,
J. “The Decline Of Spain :
A Historical Myth?” Past and Present.
Nº81 (Nov 1978).
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