domingo, 13 de octubre de 2013

Resumen de lo visto en clase (Grupo 3).

El establecimiento de la Historia Económica.

Hasta los años 50 y 60 del siglo pasado, la Historia Económica no fue un campo de investigación predominante. Esta situación se hizo posible por las reformulaciones que había atravesado la producción histórica en las décadas anteriores. Las corrientes que mayor énfasis pusieron en la Historia Económica fueron la Escuela de los Annales, la historiografía británica y la llamada cliometría.
La Escuela de los Annales tiene su origen en la revista Annales, dirigida por Febvre y Bloch y surgida en 1929. Emprendieron un cambio completo en la forma de hacer historia, desviando la atención de los temas políticos y militares al ámbito económico y social, combinando la geografía, la historia y la sociología. Se pretendía hacer una Historia que fuese más allá de la narración de sucesos puntuales, desarrollos políticos y biografías, volcándose en una interpretación crítica de la estructuras. Para ello emplearon métodos y procedimientos tomados de otras ciencias, como la estadística. Orientaban su análisis esencialmente hacia la sociedad y la economía, pues tomaban como objeto de estudio a la sociedad humana, delimitada en el espacio y el tiempo, cuyo acontecer histórico pudiera ser interpretado y explicado.
Fernand Braudel supuso una importante vuelta de tuerca en el seno de este movimiento, introduciendo una serie de herramientas de análisis que hicieron que se le conociese como el iniciador y orientador de la segunda generación de Annales. Defiende la idea de una Historia Total, cuyo estudio englobe, desde una perspectiva abierta y de colaboración entre ciencias, todos los aspectos de la realidad pasada. El objeto de análisis serían las sociedades, que toma como unidades delimitadas, siendo su principal área de investigación el conjunto del Mediterráneo. Esta idea se toma como una de las más acertadas de este autor, y es el origen de toda la corriente de Atlantic History.
Establecía un estudio de la historia en tres tiempos: la larga duración se equipara a la geografía, la relación de la sociedad con el medio; la duración media correspondería a la estructura social, la economía, las civilizaciones y las sociedades, y finalmente la corta duración atendería a los acontecimientos, la política, los individuos. Este esquema tripartito sufrió una reestructuración con la publicación de su obra Civilización material, economía y capitalismo, cuando establece una diferenciación entre civilización material, el sustento básico, más allá de la economía; la economía propiamente dicha, regulada por el mercado, y la élite social, que ostenta privilegios y monopolios y, por tanto, escapa del mercado.
Las críticas hechas a Braudel, por la imposibilidad real de llevar a cabo una historia social, por la desatención a las relaciones de vasallaje, la política, los acontecimientos y otros aspectos tomados por menores,  hará que surja una tercera generación de Annales. Esta se caracteriza por la diversidad, pues no sigue una única línea de investigación como una corriente cohesionada, fundamentada en una teoría historiográfica común, sino que supone un marco amplio en el que se llevan a cabo estudios sobre la historia de los acontecimientos, las mentalidades, las representaciones, la historia política, planteando nuevos campos de estudio y retomando aquellos que se habían abandonado. Emplea un método comparativo y crítico, que estudia un fenómeno concreto de forma global y organizada, atendiendo a los diferentes aspectos y distintos ritmos de la realidad observada.
Más allá de esto, se llega a hablar, incluso, de una cuarta generación de la escuela de los Annales, cuyo inicio se sitúa en 1988. Esto, sin embargo, no deja de ser una categoría abierta y aún vigente, por lo que requiere una mayor perspectiva y visión de conjunto para establecer una denominación precisa.

La segunda gran escuela que colocó a la Historia Económica en la primera línea de los estudios históricos es la historiografía marxista británica. Su origen y las influencias en las que se basó inicialmente son inciertos y objeto de debate, pero se considera que uno de los hitos fundamentales que marcaron esta corriente es la fundación de la revista Past and Present, en 1952, en la que intervinieron personajes tan destacados como Eric Hobsbawm, Gordon Childe o Maurice Dobb.  Estudiaba la historia desde unas perspectivas y con unas herramientas marxistas, considerando la lucha de clases como un motor fundamental del progreso y, por tanto, dando una importancia capital a la economía. Se separaba del cientifismo y utilitarismo soviéticos, así como de la idea de determinación en base a las infraestructuras, y trataba de hacer una historia económica y social, desde abajo, atendiendo a las clases más desfavorecidas como agente primordial del cambio histórico. Sus estudios se centraron en el surgimiento del capitalismo y, sobre todo, en la agricultura como gran factor económico.
En 1946 comenzó un cambio importante en sus postulados, con la publicación de Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, de Maurice Dobb, respondido por Paul Sweezy, que consideraba que los factores de producción eran el elemento explicativo básico para comprender el desarrollo del tránsito del feudalismo al capitalismo. No obstante, Robert Brenner rechazó esta idea, considerando que el factor clave se encontraba en la lucha de clases, por lo que le daba un enfoque más social en lugar de uno puramente económico.
El debate entre estas dos comprensiones de la historia, sobre todo en lo tocante al surgimiento del capitalismo, tuvo su punto álgido en los años 70 y 80. A partir de los años 90 (por la caída del bloque soviético) tuvo lugar otro cambio, una evolución en los postulados y formas de comprender la historia social y económica, fundamentalmente. Empezó a modificarse el concepto de lucha social para hacerlo responder a una realidad de lucha de élites, considerando que la oposición y el cambio de paradigma se producía a manos de quienes tenían un nivel suficiente para permitírselo.

Posteriormente, la tercera corriente de influencia para la Historia Económica, aunque de un peso comparativamente menor, es la cliometría, de origen norteamericano. Originada con el trabajo de Conrad y Meyer sobre el esclavismo, es el fruto de una concepción radicalmente cuantitativa de la Historia, pues toma todos los datos relevantes por evaluables y cuantificables, susceptibles de un estudio estadístico. Cifraba la idoneidad y el rigor de los trabajos en su peso matemático y estadístico, así como en ocasionales ejercicios de análisis contrafactual.
Es una visión de cierto predicamento y defendida ardientemente por sus adeptos, cuya forma de denominarla, como Nueva Historia Económica, hace pensar en que la consideran la única manera científica de realizar un estudio histórico. Por todo esto, es abrazada más por estudiosos de la Economía que por historiadores.

Actualmente existen numerosas críticas a los modos tradicionales de hacer historia económica, y cada una de las corrientes anteriormente expuestas han recibido refutaciones sobre determinados aspectos. El problema fundamental que suele achacárseles es el de centrar toda la atención del análisis histórico en los estudios económicos, convirtiendo al hombre en un homo economicus, cuyo único móvil es el afán de lucro.

Por todo ello, aunque la Historia Económica ha adquirido un papel fundamental en los estudios históricos, y es abordada abundantemente y desde distintas perspectivas, generalmente se prefiere contrastarla o completarla con estudios sobre otros elementos, de ámbito social, político, individual, etc., a la búsqueda de una comprensión de conjunto (orientada globalmente o a través de una concatenación de estudios más limitados) de la realidad humana.

Para más información:

Moradiellos, E.  El oficio de historiador. Siglo XXI, 1996, Madrid. 



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