martes, 8 de octubre de 2013



El mercado del Arte en la Edad Moderna

Sigamos con el arte, aunque entre Ángel y yo nos podemos poner pesados-
En la Baja Edad Media la producción de la mayoría de las obras son producidas y reguladas por los gremios. Hay un importante movimiento de obras de arte de lo más lucrativo, vendiéndose tablas, tapices esculturas y orfebrería y lo más extendido por su menor precio: los grabados. Todo se considera artesanía. También la producción artística que en su mayor parte es religiosa, hasta que llega el Renacimiento con sus enormes cambios.
En la Europa del norte, grandes pintores han desarrollado el óleo, con secado rápido y a la vez se encuentran un mercado, de una burguesía que quiere decorar su casa y más importante aun se implanta la piedad en el hogar lo que hace que se encarguen pinturas por particulares fáciles de transportar y guardar para rezar en privado. Estos cuadros pequeños darán paso a un género, la pintura de gabinete. Tras el descubrimiento de América, las gentes de ultramar que empiezan a enriquecerse, quieren demostrar su estatus y compran cuadros, que los flamencos, comerciantes de pro, llegan a normalizar el tamaño, para facilitar el transporte y envían a Sevilla en lotes, comentándose entre ellos el mal gusto de los compradores y lo fácil que es vender.
El mercado de tapices flamencos es también importantísimo, hasta el punto que en la almoneda a la muerte de Isabel la Católica se enajenaron 300 tapices en la feria de Medina del Campo, y aún nos queda una colección de tapices importante en el Patrimonio Nacional. Mercado importante el de los tapices, que justificó que  posteriormente y siguiendo la teoría económica de Colbert, en 1720 Felipe V creara la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, para lo que trae artistas de Flandes y que aún sigue funcionando y dando beneficios, aunque gestionado como fundación.
En Italia en el mismo momento han desarrollado el interés por  la antigüedad. Se busca el arte antiguo , y se estudia la arquitectura y todo se considera como reliquias, con lo que se desarrolla un comercio de anticuarios, se desarrolla la arqueología y el coleccionismo y los príncipes y aristócratas guardan las colecciones en sus gabinetes para exhibirlas así como las adquisiciones que hacen de arte contemporáneo, y no con fines religiosos sino para disfrute intelectual y estético.
También se hace casi obligatorio para artistas y jóvenes aristócratas el Viaje a Roma o Grand Tour que aparte de los beneficios de turismo supone un importante negocio de recuerdos y regalos con lo que hay un tipo de cuadros para ello que son las vedutas [1]venecianas.
Surgen mercados artísticos en Venecia Florencia y Roma y también en las ciudades flamencas y Renanas. Se fijan lugares específicos protegiendo de los fraudes y facilitando así la recaudación de impuestos.
Amberes tuvo su mercado en la Iglesia de Nuestra Señora pagándose el puesto por la extensión ocupada.  Fue un mercado activísimo y también se hace una sala permanente de ventas artísticas en la galería superior del edificio de la Bolsa de Amberes.  En el siglo XVII el centro comercial pasa a Amberes y ya conocemos nombres de marchantes de arte como Jan Snellink.[2]
En el siglo XVII cambian las relaciones con sus clientes, ya anónimos, y se dedican a pintar lo que se vende mejor y así surgen las escenas de género flamencas o las conversation pieces en Inglaterra.
Ya con la Ilustración se abren las casas a las tertulias y en los salones se lucen pinturas, a la vez que en Francia van surgiendo pintores costumbristas. Entrado el XIX la Academia y la crítica harán un estilo difundido de cuadros como los retratos de damas[3], que permiten vivir bien a determinados pintores. Surge la pintura en tubo, lo que echa a la calle a los pintores y con el impresionismo surge ya la figura del marchante actual, y actualmente las galerías con sus estilos definidos y las grandes ferias internacionales.



[1] Canaletto y Bellotto son pintores de amplia producción de este tipo de cuadros
[3] Ingres es el exponente

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