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Profil de la Ville de Madry, Capitale du Royaume d'Espagne, anónimo francés, ca. 1650-91. Fuente: Biblioteca Digital Hispánica |
En el transcurso de la Historia Moderna, la simple Villa de
Madrid paso a convertirse en la metrópolis del Imperio de la Monarquía de los
Habsburgo y, en menor medida, de los Borbones, la capital del gobierno, de la administración
y la residencia de los Monarcas Católicos. Todo ello trajo consigo el
desarrollo exponencial tanto de la población como de su valor simbólico,
cultural y, por supuesto, económico. El inicio de este largo recorrido puede
fecharse en 1561 cuando Felipe II traslada su Corte que, aunque originalmente
fue de forma transitoria, acabó siendo gradualmente reconocida como capital del
reino. Sobre los motivos que pudieron inspirar al Monarca Católico se ha
especulado mucho, desde el capricho de la Reina Isabel de Valois o su situación
geográfica como centro matemático de España (Elliot, 1998, pág. 274) hasta las malas condiciones de Toledo -con estrechez
urbanística y mal abastecimiento de agua- o las tensiones con la Iglesia -que
culminarían en el encarcelamiento de Bartolomé de Carranza, Arzobispo Primado
de España en 1559- (Tovar
Martín, V., págs. 140-142). Sea como fuere, lo importante aquí es que la
capitalidad supuso el inicio de un proceso de cambio socio-económico para la
ciudad clave para entender su papel a lo largo de toda su historia, hecho que
incluso ha sido definido como la razón última y única de su ser (Bravo Lozano, J., pág.
249).
Siguiendo las tesis propuestas por
D. R. Ringrose, la economía de Madrid era harto deficitaria. Esto significa
que, pese a la existencia de una producción autóctona, ésta se dibujaba incapaz
de satisfacer la demanda de una ciudad en proceso continuo de aumento
demográfico. Por ejemplo, en 1789, la ciudad de Madrid, importa por valor de
433.000.000 reales, mientras que sólo exporta por valor de 6.500.000 reales (Bravo Lozano, J., pág. 245).
Si bien las importaciones son claras a lo largo del período -productos
industriales del comercio exterior y subsistencias del entorno más inmediato-,
el principal valor de Madrid será el capital -económico y simbólico- y los
servicios. En este punto hemos de volver a relacionar a la ciudad su sentido
esencial, la instauración de la Corte. Madrid se yergue como escenario de
representación simbólica de la Monarquía a la vez que toda su vida -social,
cultural, económica…- girará en torno a su papel como residencia Real, sede de
la administración y centro residencial por excelencia (Cepeda Adán, J y Cepeda Gómez, J., pág. 318).
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Madrid Villa Capital del Reyno de España y Real Corte de los Reyes Católicos, vista de la Puente de Sogovia (sic), anónimo francés, ca. 1736. Fuente: Biblioteca Digital Hispánica |
La plasmación económica de todo esto
se verá reflejada en una doble perspectiva. En primer lugar, Madrid se comporta
como un gigantesco banco que facilita créditos, siendo la Monarquía su
principal cliente al precisar siempre de fondos para costear su política
dinástica. En esa línea, el hándicap con el que jugó Madrid fue tanto la
cantidad de dinero que pudo aportar -costeados en su mayoría por inversores
privados- como sus plazos de entrega cuasi instantáneos. De esta forma, entre
1630-74 Madrid aportó más de 12 millones, mientras que en 1678 consiguió reunir
5 millones y medio en el plazo de tan sólo dos meses (Bravo Lozano, J., págs. 246-247). En
segundo lugar, la Corte trajo consigo la creación de un artesanado harto
especializado y extendido por toda la superficie urbana (destacando la Plaza
Mayor y la Puerta del Sol como enclaves comerciales estratégicos, (Tovar Martín, V., pág. 180).
De todos ellos el más importante era el destinado a las artes suntuarias, pero
podemos citar entre otros el textil, la alimentación… que se relacionan con ese
mundo cortesano en el que la representación exterior era una necesidad
incorporada al prestigio social y al juego de relaciones y poder (Cepeda Adán, J y Cepeda
Gómez, J., p. 321).
Por tanto, podemos decir que Madrid
no era una ciudad productiva, sino que fundamenta en su capitalidad -en su
doble vertiente de Corte y sede de la administración- su desarrollo ulterior,
una constante de su historia. Cabría preguntarse hasta que punto Madrid sirvió
a la Monarquía para desarrollar sus políticas y las consecuencias negativas que
en el futuro tendría la existencia de una economía dual -urbana y nacional- para el desarrollo
de la capital del Reino.
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Detalle del Real Alcázar de Madrid, en el grabado "Carlos II y su madre ante el Alcázar de Pedro de Obregón, 1671 Fuente: Biblioteca Nacional Hispánica |
Bibliografía:
BRAVO LOZANO, J. “El Madrid barroco: Vida política, sociedad, economía”
en FERNANDEZ GARCÍA, A. (dir) (2007). Historia
de Madrid. Madrid, CSIC.
CEPEDA ADÁN, J. y CEPEDA GÓMEZ, J. “El reformismo ilustrado. Política y
economía” en FERNANDEZ GARCÍA, A. (dir) (2007). Historia de Madrid. Madrid, CSIC.
ELLIOTT, J. H. (1998). La España
Imperial 1469-1716. Barcelona, Vincens Vives.
LOPEZ GARCIA, J. M. (1998) (dir). El
impacto de la Corte en castilla. Madrid y su territorio en la época moderna.
Madrid, siglo XXI.
RINGROSE, D. R. (1985). Madrid y
la economía española, 1560-1850. Madrid, Alianza.
TOVAR MARTÍN, V. “Madrid en el siglo XVI: la moderna capital nueva” en
FERNANDEZ GARCÍA, A. (dir) (2007). Historia
de Madrid. Madrid, CSIC.
La entrada está muy bien construida. Empero, desde hace algunos años se viene matizando la idea de un Madrid bipolar, como si hubiese dos ciudades antes y después de 1561 (una pequeña y "medieval" frente a la corte de los Austrias). Hablaremos sobre ello en clase porque, como digo, hoy en día hay autores que ya no mantienen esta opinión.
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