sábado, 26 de octubre de 2013

La hegemonía holandesa

Si algo nos resulta normal cuando estudiamos diferentes periodos históricos es relacionar el poder militar de cada país, potencia o imperio con sus capacidades y posibilidades económicas. Esto es debido a que la vía militar ha sido una opción frecuentemente utilizada a lo largo de la historia para salvaguardar los intereses de cada estado o entidad política. Las Provincias Unidas en el siglo XVII constituyen un caso poco corriente pues, pese a ser una potencia militar mediana en comparación con su entorno más inmediato, llegaron a controlar los resortes de una economía que podemos considerar ya como global.

Tal fue su dominio que varios historiadores, que han centrado sus estudios en este período, han llegado a hablar de “la hegemonía holandesa”. En concreto yo os voy a hablar de las causas y factores sobre los que se sustenta esa “hegemonía” a ojos de Immanuel Wallerstein.

El pilar del dominio económico holandés es el control sobre el comercio del Báltico junto con una alta y eficiente competitividad productiva. Las bases de este control comercial se retrotraen a actividades que vemos en práctica ya en los siglos anteriores y que son fundamentalmente dos: la pesca y la agricultura intensiva.

-          Pesca basada principalmente en la captura de arenques en el mar del Norte y de ballenas con fines industriales.
-          La agricultura (elemento de mayor importancia en la economía del Antiguo Régimen) intensiva encuentra un momento de crecimiento significativo durante el siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII en los Países Bajos. La mala calidad de las tierras para cultivar cereal y la aplicación de nuevas técnicas agrícolas condujo al cultivo de plantas industriales como el lino o el cáñamo y a la elaboración de tintes.

Pero no podemos entender estos dos factores sin tener en cuenta los avances tecnológicos por los cuales estas actividades fueron posibles. En estos momentos los progresos en la ciencia y en la tecnología tuvieron unas dimensiones determinantes que favorecieron a diversos sectores de la economía holandesa.

La pesca de arenques fue posible gracias a la invención de dos barcos de pesca cuyas cualidades y características aportaron importantes ventajas a los holandeses en el desempeño de esta tarea, el buss (para capturar y, posteriormente, limpiar y salar el pescado) y los ventjagers (barcos rápidos que posibilitaban el traslado a la costa del producto para su venta mientras los barcos pesqueros continuaban faenando durante un tiempo). Pero los avances en tecnología e ingeniería se aplicaron también a los métodos de ganancia de terreno al mar (pólder) y convertirlos en áreas para el cultivo de plantas industriales.

Además, según Wallerstein, las Provincias Unidas también eran el principal productor industrial de su tiempo. La calidad de los textiles holandeses era sabida de antaño pero en la década de 1660 se produce un repunte de la producción textil que se traduce en la obtención de grandes beneficios. También es necesario poner en relación la hegemonía comercial holandesa con la industria de la construcción naval, segundo elemento de mayor importancia en la industria de las Provincias Unidas, y toda una serie de sectores de la economía que iban ligados a ella. Los holandeses aumentaron su flota de manera tan considerable que en 1700 el número de naves era diez veces mayor que en 1500, controlaron las rutas comerciales (no sólo ya el Báltico) a nivel mundial con una importante presencia en las Indias Orientales, en el Mediterráneo y en el Caribe utilizando sobre todo el modelo de compañías comerciales.

Como conclusión vemos que en este momento de hegemonía, las Provincias Unidas protagonizaron un papel destacado en diversos sectores de la economía, siendo el eje de su actuación el control comercial del Báltico y el comercio de productos elaborados y materias primas con la periferia, la creación de una balanza comercial positiva con base en la importación de cereal a precio barato y la aplicación de los avances en diferentes campos de la ciencia a sus actividades productivas.

BIBLIOGRAFÍA

Wallerstein, I. El moderno sistema mundial II. El mercantilismo y la consolidación de la economía-mundo europea, 1600-1750. Siglo Veintiuno. México. 1984.

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