miércoles, 16 de octubre de 2013

La Ruta de la Seda

Hablar de la ruta de la seda, es referirnos a un territorio situado entre China y las costas orientales del mar Mediterráneo, donde se establece un intercambio de mercancías (la seda como producto principal). La ruta, al tiempo se convierte en una fuente de difusión de conocimientos, técnicas, religiones y arte.

El término “la ruta de la seda” es utilizado por primera vez por un geólogo y geógrafo  alemán,  Richtofen, que visitó  varias veces China entre 1868-1872, cuando llevaba varios siglos  sin ser transitada.

En la parte Oriental el papel protagonista lo tiene China y en la Occidental es Irán, que entonces no solo era una potencia política y económica,  sino que interviene como intermediario con pueblos como el romano, los bizantinos y los cristianos. Los creadores  de la seda fueron los chinos del siglo III a.C. en el Imperio Han. En este momento China mantiene una paz con los pueblos limítrofes y una estabilidad económica  conseguida por la exportación de la seda y los beneficios conseguidos con su producción.


Cuenta la Historia que el emperador Han Wu-di  estaba intrigado por la cantidad de piezas de seda  que le pedían los hunos y manda a su general Zhang a Mongolia para averiguar cual era su fin. Cae prisionero y permanece cautivo durante diez años, donde conoce que  la seda era vendida a un pueblo centroasiático y como el producto acababa en manos de iranios y mesopotámicos que eran los intermediarios en el comercio con los romanos. El general escapa y vuelve a la corte imperial donde informa al emperador  de la trayectoria del producto. Éste le pide que establezca un contacto directo con el imperio romano.


La primera ruta de la Seda se da por el noroeste a través del corredor de Gansu y Hexi para llegar a Dunhuang, siguiendo por la cuenca del Tarim y los valles afganos de Fergana. Desde aquí los caminos podían ir hacia el sur, a la India; al oeste hacia Alejandría o por el noreste a Roma. El recorrido cambió muchas veces pero no lo hizo el producto, la seda,  que equivalía a dinero en efectivo.

La seda era muy apreciada por los occidentales porque estaba hecha con materiales desconocidos y su producción transmitida oralmente de maestro a maestro era un secreto, que si era revelado a cualquier extranjero podía ser castigado incluso con la muerte. Hubo intentos de traer la seda a occidente que acabaron en fracaso, hasta que en los siglos VI-VII unos monjes nestorianos (comerciantes de seda) se establecen en el Peloponeso y mediante unos huevos de gusanos que trajeron escondidos en el hueco de los bastones de bambú, consiguieron la primera producción de seda en Occidente. A continuación los árabes extendieron la producción por Al-Andalus, siendo Almería y Córdoba los principales centro de la producción de seda durante los siglos IX-X-XI. Después será Italia (Palermo, Venecia, Génova y Florencia) para pasar en el siglo XV a producirse en Francia (Montpellier, Lyon y Tours) y finalmente su fabricación será por toda Europa.

Desde el siglo VII hasta mediados del siglo XIV la situación política en China cambia. Las rutas comerciales ya no son utilizadas exclusivamente por comerciantes, también aparecen intelectuales, deseando conocer nuevos lugares y monjes  que van a intercambiar la enseñanza de Buda, Confucio, Jesucristo y Mahoma.

No sabemos cuando deja de utilizarse la ruta de la seda. Las causas pueden ser múltiples: desaparecen los caravasares y muchas ciudades; con la dinastía Ming en China se cierran las fronteras; aparece la peste Negra en Europa;  hay nuevas rutas marítimas iniciadas por los portugueses; está la Guerra de los 100 años en Europa y el progresivo desgaste de Asia Central por parte de las campañas de Tamerlane.

Algunos historiadores  piensan que las causas de su desaparición fueron el descubrimiento y la navegación de África por los portugueses, el descubrimiento de América y que en Europa ya estaba desarrollándose la producción de sericultura. Los imperios Mogol, Árabe y Turco fueron acaparando noticia en detrimento de la importancia de la ruta comercial de la seda entre Oriente y Occidente, lo que llevó  a que las ciudades florecientes fueron acabando en el olvido.

No tenemos que olvidar mencionar a Marco Polo, primer europeo que siguió la ruta como  así lo reflejó en su libro “Il Milione” o más conocido como “Los viajes de Marco Polo” o “Libro de las Maravillas”, aunque se tiene noticia de que anteriormente su padre y un tío lo hicieron y en su segundo viaje fueron donde le invitaron a él.

Para mayor información

Falconer, C. (trad. Valeria Watson). La Ruta de la Seda. Barcelona: Ediciones Salamandra, 2002.

Boulnois, L. La Ruta de la Seda. Barcelona: Orbis, D. L. 1986.
  

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