Hablar
de la ruta de la seda, es referirnos a un territorio situado entre China y las
costas orientales del mar Mediterráneo, donde se establece un intercambio de
mercancías (la seda como producto principal). La ruta, al tiempo se convierte
en una fuente de difusión de conocimientos, técnicas, religiones y arte.
El
término “la ruta de la seda” es utilizado por primera vez por un geólogo y
geógrafo alemán, Richtofen, que visitó varias veces China entre 1868-1872, cuando
llevaba varios siglos sin ser transitada.
En
la parte Oriental el papel protagonista lo tiene China y en la Occidental es Irán, que
entonces no solo era una potencia política y económica, sino que interviene como intermediario con
pueblos como el romano, los bizantinos y los cristianos. Los creadores de la seda fueron los chinos del siglo III
a.C. en el Imperio Han. En este momento China mantiene una paz con los pueblos
limítrofes y una estabilidad económica
conseguida por la exportación de la seda y los beneficios conseguidos
con su producción.
Cuenta
la Historia
que el emperador Han Wu-di estaba
intrigado por la cantidad de piezas de seda que le pedían los hunos y manda a su general
Zhang a Mongolia para averiguar cual era su fin. Cae prisionero y permanece cautivo
durante diez años, donde conoce que la
seda era vendida a un pueblo centroasiático y como el producto acababa en manos
de iranios y mesopotámicos que eran los intermediarios en el comercio con los
romanos. El general escapa y vuelve a la corte imperial donde informa al
emperador de la trayectoria del producto.
Éste le pide que establezca un contacto directo con el imperio romano.
La
primera ruta de la Seda
se da por el noroeste a través del corredor de Gansu y Hexi para llegar a
Dunhuang, siguiendo por la cuenca del Tarim y los valles afganos de Fergana.
Desde aquí los caminos podían ir hacia el sur, a la India ; al oeste hacia Alejandría
o por el noreste a Roma. El recorrido cambió muchas veces pero no lo hizo el
producto, la seda, que equivalía a
dinero en efectivo.
La
seda era muy apreciada por los occidentales porque estaba hecha con materiales
desconocidos y su producción transmitida oralmente de maestro a maestro era un secreto,
que si era revelado a cualquier extranjero podía ser castigado incluso con la
muerte. Hubo intentos de traer la seda a occidente que acabaron en fracaso,
hasta que en los siglos VI-VII unos monjes nestorianos (comerciantes de seda)
se establecen en el Peloponeso y mediante unos huevos de gusanos que trajeron
escondidos en el hueco de los bastones de bambú, consiguieron la primera
producción de seda en Occidente. A continuación los árabes extendieron la producción
por Al-Andalus, siendo Almería y Córdoba los principales centro de la
producción de seda durante los siglos IX-X-XI. Después será Italia (Palermo,
Venecia, Génova y Florencia) para pasar en el siglo XV a producirse en Francia
(Montpellier, Lyon y Tours) y finalmente su fabricación será por toda Europa.
Desde
el siglo VII hasta mediados del siglo XIV la situación política en China cambia.
Las rutas comerciales ya no son utilizadas exclusivamente por comerciantes,
también aparecen intelectuales, deseando conocer nuevos lugares y monjes que van a intercambiar la enseñanza de Buda,
Confucio, Jesucristo y Mahoma.
No
sabemos cuando deja de utilizarse la ruta de la seda. Las causas pueden ser
múltiples: desaparecen los caravasares y muchas ciudades; con la dinastía Ming
en China se cierran las fronteras; aparece la peste Negra en Europa; hay nuevas rutas marítimas iniciadas por los
portugueses; está la Guerra
de los 100 años en Europa y el progresivo desgaste de Asia Central por parte de
las campañas de Tamerlane.
Algunos
historiadores piensan que las causas de
su desaparición fueron el descubrimiento y la navegación de África por los
portugueses, el descubrimiento de América y que en Europa ya estaba
desarrollándose la producción de sericultura. Los imperios Mogol, Árabe y Turco
fueron acaparando noticia en detrimento de la importancia de la ruta comercial
de la seda entre Oriente y Occidente, lo que llevó a que las ciudades florecientes fueron
acabando en el olvido.
No
tenemos que olvidar mencionar a Marco Polo, primer europeo que siguió la ruta
como así lo reflejó en su libro “Il
Milione” o más conocido como “Los viajes de Marco Polo” o “Libro de las
Maravillas”, aunque se tiene noticia de que anteriormente su padre y un tío lo
hicieron y en su segundo viaje fueron donde le invitaron a él.
Para mayor información
Falconer, C. (trad. Valeria Watson). La Ruta de la Seda. Barcelona : Ediciones Salamandra, 2002.
Boulnois, L. La Ruta
de la Seda. Barcelona : Orbis, D. L. 1986.
Interesante entrada vista en clave de Historia Global
ResponderEliminar