lunes, 20 de enero de 2014

Bueno como lo prometido es deuda y un hombre vale lo que vale su palabra, os colgamos el texto de la primera parte de la presentación que habéis visto, con el fin de que sirva de ayuda para preparar la pregunta de la crisis del siglo XVII. ¡Ánimo!

La crisis del siglo XVII en España una visión historiográfica.

Miré los muros de la patria mía/ si un tiempo fuertes ya desmoronados/ de la carrera de la edad cansados/ por quien caduca ya su valentía. Francisco de Quevedo (1580-1645)

”Que preserve en su fe, que se declare campeón de Cristo y apóstol armado de la civilización cristiana, hasta que tenga sus solemnidades y sacrificios donde quiera que el sol alumbre” Tomasso Campanella (1568-1639). [1]

Análisis de conceptos.
Para comenzar resulta preciso componer una imagen de los distintos conceptos que pretenden definir la situación económica y política de la corona Española durante el siglo XVII. La terminología empleada por los diferentes especialistas en el tema viste los colores particulares de la visión subjetiva del autor. Ejemplos sencillos de estas tendencias quedan reflejados en los distintos calificativos con que se pretende simplificar la denominación de los diferentes Austrias. Menores o segundos; primeros o mayores constituyen adjetivos peligrosamente personales que el lector corre el riesgo de asociar a periodos de decadencia o éxito.
El concepto de decadencia hace alusión a un proceso de pérdida de un esplendor anterior, de modo que su connotación afecta a todos aquellos factores que conformarían el esplendor anterior. En otras palabras, el término hace referencia a un proceso  que afecte a todos los elementos de la misma manera, de forma individual y en paralelo. Por tanto a la hora de afirmar un proceso de declive a nivel global debemos tener presente los distintos aspectos particulares que componen el éxito general de una nación. En el análisis regional que ofrece Marcos Martín en su obra España en los siglos XVI, XVII y XVII: economía y sociedadI[2], podemos observar diversos ejemplo de disparidad regional. En lo concerniente al ámbito demográfico, la diversidad regional queda patente al existir, en pleno proceso de crisis, regiones donde el crecimiento de la población es positivo, como son Granada o Cantabria. La realidad que este hecho refleja permite determinar la existencia de comportamientos variados en ámbitos concretos, por lo que no podemos hablar de una decadencia global.
El uso impreciso del término a lo largo de la historia responde en su origen intereses más próximos al prejuicio que al análisis científico. El interés por defender la decadencia española del siglo XVII puede deberse a intereses políticos, influencias filosóficas o cuestiones personales del investigador. Por un lado, la búsqueda de una imagen de éxito de la monarquía de Luis XIV frente al resto de potencias constituye un buen ejemplo de   motivo político habitual. Por otro lado, la influencia de las reformas ilustradas que radicaliza el debate sobre el declive, entre los defensores de la gloria del imperio y los partidarios de la decadencia más absoluta[3], forma parte de las  de las numerosas influencias culturales con que los historiadores tienen que lidiar, viéndose reflejadas en sus obras.

No son las monarquías diferentes de os vivientes o vegetables. Nacen, viven y mueren como ellos, sin edad conscienteDon Diego Saavedra Fajardo

Teóricos y escuelas desde el XIX hasta los años cincuenta del siglo XX.
Tras la ilustración, con el surgimiento del positivismo se dieron numerosas publicaciones pseudocientíficas que buscaban explicar la realidad española del XVII por medio de causas alternativas. La tendencia a establecer deducciones lógicas por medio de silogismos como criterio científico llevó al establecimiento de unas causas detonadoras de la crisis, un tanto disparatadas. Ejemplo de ello lo encontramos en la Herejías de Pompeyo Gener donde podemos resaltar el capítulo titulado La decadencia nacional, donde se estipula que las normas de austeridad eclesiástica vinculadas al ayuno y el desarrollo de una catastrófica sucesión de causas y efectos, llevaron a un proceso de degeneración del componente humano tanto físico como moral.
M. Avilés nos ofrece tres categorías en función de su postura a la hora de abordar la recurrente decadencia del siglo XVII español[4].
En primer lugar encontramos los tradicionalistas quienes defienden que el proceso de decadencia se inicia con el rechazo de la tradición hispánica por los borbones. Menéndez y Pelayo fijando el comienzo del declive en la expulsión de los jesuitas de 1767 es un ejemplo de esta tendencia. En segundo lugar, destacamos la figura de los innovadores. A diferencia de los anteriores establecen como punto de partida el rechazo de la reforma eclesiástica y el aislamiento de Europa con la contrarreforma. Como exponentes de esta alternativa teórica encontramos a Ortega y Gasset entre otros. Por último, la vía media, representada por Miguel de Unamuno, quien establece por medio de los conceptos de historia e intrahistoria la presencia de ideales eternos que sirvan de base a ideales nuevos regeneradores. Como antítesis de estas tendencias encontramos las teorías que parten de un rechazo al concepto de decadencia sustentado en su negativa a reconocer la existencia de una éxito previo a la misma.
Sin embargo, cabe destacar que todas estas tendencias historiográficas tratan de vislumbrar los orígenes de la pérdida hegemónica en que se traduce la tan mencionada decadencia. Una búsqueda cuyo patrón común se encuentra en la necesidad de buscar una regeneración de la patria.
Ya en el siglo XX continua el estudio sobre la decadencia de España de la mano de diversos especialistas. Por un lado Earl J. Hamilton en su artículo The decline of Spain[5] habla de los diferentes factores que conllevaron el declive español. Entre otros, señala el excesivo poder de la iglesia por medio de la inquisición, los problemas vinculados al carácter de los propios monarcas o el desprecio al trabajo como consecuencia del hidalgo español. Cabe destacar el establecimiento de la relación entre la llegada del tesoro americano y  el esplendor de la corona. Sus tesis ya superadas, interpretaron un papel fundamental en la investigación sirviendo como base para autores posteriores. J. H. Elliot, contrario a las teorías de Hamilton, aboga por un enfoque más amplio profundizando en factores que exceden lo meramente económico.

La revolución de la teoría tradicional: Kamen, Wallerstein y su crítica.
Las teorías basadas en un análisis más amplio tuvieron su momento de expansión durante los años cincuenta. P. Vilar, A. D. Lublinskaya, o E. Hobsbawm entre otros, serán los referentes de los nuevos estudios.  Su labor dará como fruto la introducción de España y su declive en un contexto de crisis internacional de modo que su situación se entendería como una derivación particular de la situación general.
Sin embargo Kamen no verá satisfactoriamente los análisis anteriores abriendo con su crítica nuevas líneas de debate[6]. En primer lugar parte de la idea de que los estudios anteriores no explican correctamente las causas de la crisis. Inicia sus tesis bajo la premisa de que España es un país subdesarrollado, es decir no existe un esplendor previo. En segundo lugar, analiza las tesis de Vilar quien determina las diferencias entre la economía valenciana y la castellana. Con esta base establece que la que economía española presenta más similitudes con un patrón económico heterogéneo conformado por varias economías dotadas de ritmos distintos de crecimiento. En tercer lugar, conceptualmente, Kamen rompe con el concepto de “decadencia economía” para introducir el término dependencia. Entiende que la economía española al basarse en la exportación de materias primas establece una relación de dependencia hacia el capital extranjero. Sin embargo, Kamen afirma que la existencia de una dependencia económica no excluye la presencia de elementos no económicos que se deben incluir en el concepto de decadencia.
J. I. Israel en su artículo The Decline Of Spain: A Historical Myth?[7] Matizará algunas cuestiones. Siguiendo el principio de dependencia, Kamen, usa los textos arbitristas, donde el concepto decadencia se encuentra ausente, como prueba de una conciencia popular positiva ante la situación económica. Sin embargo, la presencia de términos similares evidencia una realidad distinta. En cuanto al criterio de dependencia, las exportaciones de materias primas y las importaciones de productos elaborados durante el reinado de los Reyes Católicos son evidencia del inicio de un proceso de dependencia que crecerá posteriormente. J. I. Israel, de nuevo matizará esta situación defendiendo la existencia de un crecimiento de las ciudades que se verá demostrado con las revueltas contra Carlos I.
Un autor que matizará las teorías de Kamen será Wallerstein quien defenderá que en 1492 se creará un economía mundo. Mediante un sencillo esquema a modo de círculos concéntricos donde se situarían los diferentes países, determinará la evolución económica mundial desde el siglo XV para justificar el orden nacional en el siglo XIX. Según su teoría la trayectoria economía desde el siglo XV tiene como fundamento el desarrollo de las exportaciones de materias primas y las importaciones de productos elaborados. Estos comportamientos tendrán dos pautas en su representación los países en los círculos centrales serán los que reciban las materias primas y exporten los productos elaborados, de esta forma los países en el centro tendrán balanzas comerciales positivas. Según sus teorías la monarquía hispánica se situaría inicialmente en el centro para, después de ver fracasado su proyecto imperial, situarse en torno al círculo central antes de la periferia donde se situarían las economías coloniales. El primer problema que observamos al analizar su teoría radica en la existencia de varios centros, no de un centro único. Por último, encontramos un error de base en el planteamiento. Observamos un anacronismo, Wallerstein, pretende justificar la situación inglesa del XIX a partir de unos orígenes en la Edad Moderna. En otras palabras, plantea la teoría y adapta la investigación a los resultados deseados.
Pese a los diversos estudios realizados desde el mismo siglo XVII  hasta la actualidad, todavía no se ha establecido una respuesta clara que explique con precisión las causas del declive, decadencia o caída en definitiva de la crisis que sufrió Castilla durante el siglo XVII. A continuación trataremos de ofrecer una visión particular de cada uno de los campos sostenedores de la economía de la corona española durante el periodo de crisis.


Bibliografía.
-         Dominguez Ortiz, A. Hstoria de España Alfaguara III. El antiguo Régimen: Los Reyes Católicos y los Austrias. Alianza Universidad. Madrid. 1977.
-          Hamilton, E. “The decline of Spain. The Economic History Review. Vol. VIII, Nº2 (May, 1938)
-          Marcos Martín, A. España en los siglos XVI, XVII y XVIII: Economía y sociedad. Editorial Crítica. 2000
-          Israel, J. “The Decline Of Spain: A Historical Myth?” Past and Present. Nº81 (Nov 1978).
-          VVAA. La España Moderna. Ediciones Istmo. España.1992.
Recursos en la red:
-          Albiñana, S. “Notas sobre decadencia y arbitrismo” En: http://www.uv.es/dep235/PUBLICACIONS_II/PDF114.pdf (Última consulta: 10-1-2014; 17:45)





[1] Encontramos la ambigua visión sobre la decadencia de corona hispánica en las figuras de Quevedo y Campanella quienes siendo coetáneos ofrecen visiones distintas sobre la situación del imperio. Quevedo que quedará reafirmado en los estudios naturalistas posteriores de Saavedra, dibujando en su lírica la imagen de una nación envejecida abocada a la inevitable muerte. En Campanella encontramos un retrato trascendente donde el esplendor de la monarquía radica en su carácter espiritual. Siguiendo con sus teorías filosóficas Campanella encomienda la misión a la monarquía española, símbolo de la cristiandad, del buen gobierno del mundo. De estas dos perspectivas obtenemos el ejemplo perfecto de la complejidad que conlleva la aplicación del concepto decadencia como un todo.
[2] Marcos Martín, A. España en los siglos XVI, XVII y XVIII: Economía y sociedad. Editorial Crítica. 2000
[3] Un ejemplo de ello lo encontramos en: “Pero ¿qué se debe a España? Y en dos siglos, cuatro, diez ¿qué es lo que ha hecho por Europa?” (La enciclopedia, 1782, I, 554-568) Réplica del artículo en la obra de Juan Pablo Forner, Apología de 1786.
[4] Avilés, M (Coord). La crisis del siglo XVII bajo los últimos Austrias. Gredos. Madrid. 1988. Pp.11-13.
[5] Hamilton, E. “The decline of Spain. The Economic History Review. Vol. VIII, Nº2 (May, 1938)
[5] Incluido en: VVAA. La España Moderna. Ediciones Istmo. España.1992. Pp. 271

[6] Incluido en: VVAA. La España Moderna. Ediciones Istmo. España.1992. Pp. 271
[7] Israel, J. “The Decline Of Spain: A Historical Myth?” Past and Present. Nº81 (Nov 1978).

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