ARTÍCULO:
CASADO,
H., “Los flujos de
información en las redes comerciales castellanas de los siglos XV y XVI”,
Investigaciones de Historia Económica, 2008,
Vol. 4, nº 10, págs. 35-68
En este artículo, Hilario Casado
trata de demostrar la tesis, propuesta en las primeras líneas, que trata sobre
la importancia del tráfico de información para la prosperidad de los negocios
en la Edad Moderna, centrándose más concretamente en el área castellana. Para
ello utilizará tres ejemplos, a saber: los seguros marítimos burgaleses, la Compañía
Simón Ruiz y el Consulado de Burgos, instituciones que son objeto de estudios
más profundos por su parte.
El autor comienza haciendo una serie
de valoraciones de carácter general en torno al valor y significado de la
información, de forma incluso atemporal, a juzgar por sus comparaciones con el
momento presente e Internet. La posesión de la información, así, es planteada
como medio de consecución del éxito empresarial, abriendo las puertas a su
tesis principal. Para demostrar de qué forma la posesión de datos de todo tipo
(rutas, precios, productos, leyes…) era uno de los motivos de prosperidad de
los negocios castellanos del siglo XV y XVI, en el ámbito de las colonias, el
autor repasará las dimensiones, características, precisión y velocidad del
tráfico de la información: fundamentalmente, el
correo postal.
Todo ello será aplicado al fenómeno
de las colonias comerciales castellanas del periodo cronológico apuntado, que
más abajo describiremos. Este proceso de auge, tal y como es presentado por
Casado, se mueve en un contexto económico de ampliación de los mercados y
negocios locales y nacionales, abriéndose paso al tráfico internacional y las
rutas de larga distancia. Convenientemente, comenzarán a surgir lugares
concretos en las ciudades destinados a la labor mercantil, como serán la Plaza
de la Bolsa en Brujas y Amberes, los fondacos
de las ciudades italianas, el Puente Nuevo de Amsterdam, etc. El progreso del
correo mercantil y de las técnicas de gestión empresarial (manuales,
contabilidad por partida doble, etc.) contribuirán a complicar el panorama de
los negocios, dándoles unas dimensiones más profundas de las que, tal vez, se
les supone para la época marcada.
El estudio elaborado en este
artículo se refiere, fundamentalmente, a las colonias comerciales castellanas,
utilizando los tres ejemplos ya citados como arquetipos de las mismas y muestra
del nivel de complejidad de ciertos negocios. Sin embargo, el fenómeno de las
colonias mercantiles y de las redes comerciales no era exclusivamente
castellano, sino que tenía carácter general para toda Europa, por lo que Casado
comienza refiriéndose al fenómeno de forma global. Estas redes comerciales
serían, con las particularidades de cada proveniencia, agrupaciones de
mercaderes según motivos de tipo cultural, geográfico, religioso, etc. Su
función no sería otra que la de la colaboración y la asistencia mutua,
entendiendo por ésta, además de compromisos de otra índole, el libre uso de la
información, con el beneficio común que la misma conlleva. Otro tipo de
mecanismos de ayuda mutua se referían a la asistencia a los recién llegados,
los huérfanos de los miembros afiliados, etc. Un punto de vital importancia en
la conformación de estas redes comerciales sería el mantenimiento del
prestigio, como elemento de fiabilidad hacia el exterior que acompaña a cada
mercader perteneciente a la colonia.
Salvando muchas distancias, y con un
significado diferente en lo que a la economía se refiere, cabría establecer
ciertas semejanzas, en el plano de la protección mutua, entre las colonias y
los gremios. Compartir la información, colaborar en empresas conjuntas, ahorrar
gastos utilizando los mecanismos de la acción conjunta, servirse de las
ventajas institucionales de la colonia… serían prácticas que recuerdan a la
economía gremial en el sentido de la conformación de grupos de participación en
la tarea productiva. Habría que salvar aquí largas distancias por lo que tienen
los gremios de paralizadores de la economía y controladores de la misma, así como la
naturaleza de su actividad económica.
El tipo de información que la red
comercial facilitaría a través de sus mecanismo de obtención, que, en muchos
casos, estaban institucionalizados y eran propios (como en el caso del Consulado
de Burgos) pasaría a beneficiar a toda la comunidad. Sin embargo: ¿qué tipo de
información era esa? Se trataría de cualquier tipo de dato que, suministrada
por enlaces, emisarios y mercaderes, contribuyese a incrementar la rentabilidad
de los negocios: precios, pesos y medidas, asuntos legales que concerniesen a
las aduanas, portes, y otro tipo de asuntos vinculados al comercio; cuestiones
lingüísticas, eventos bélicos y problemas con las rutas, prácticas mercantiles
y financieras a tener en cuenta.
Si esto define, grosso modo, las redes comerciales con carácter general, Casado nos
expone, además, el caso castellano concreto. Surgen con excepcional rapidez,
desde el siglo XVII, pero tienen su auge a partir del siglo XV, merced a la
rápida superación castellana de la crisis altomedieval. Las colonias
castellanas se extenderán por buena parte de Europa, y, por supuesto, por las
principales sedes comerciales: Amberes, Brujas, Venecia, Nápoles, etc. El
aglutinante que unirá a los mercaderes castellanos, por lo general, será su
pertenencia a una misma corona, así como una evidente voluntad de protección
mutua. En este sentido, las colonias castellanas no son una excepción, siendo
algunas de sus principales funciones las de: alojar y colaborar en el
sostenimiento de los castellanos recién llegados, beneficiarse comunitariamente
de la adquisición de información valiosa para la actividad comercial, asegurarse
del cumplimiento de los testamentos de los miembros, hacerse cargo de los
huérfanos de los mismos, colaborar en la extensión de la religión (aunque este
punto es presentado casi anecdóticamente).
La rápida extensión y el éxito del
fenómeno a que nos referimos suscitaron, en Castilla, la necesidad de
institucionalizar y organizar cada red comercial. La figura que habría de
crearse entonces sería la del Cónsul, representante de la comunidad castellana
en el extranjero y encargado del mantenimiento del orden y la justicia en la
misma, para lo cual tenía prerrogativas especiales. Además, tenía atribuciones
vinculadas al buen funcionamiento comercial de la comunidad, debiendo
encargarse de seguros marítimos, flotas, y todo tipo de gestiones.
La extensión geográfica de las redes
comerciales castellanas es muy amplia. En Países Bajos se concentraba en
Amberes y Brujas, donde los productos de comercio eran, fundamentalmente, la
lana merina y las pañerías flamenca y brabanzona. En Francia, se situaban en
Ruan, Nantes, Toulouse, la Rochela y Burdeos, y los productos de intercambio
eran parecidos, añadiendo el vino francés, con la particularidad, en esta zona,
de la introducción por parte de Castilla de la letra de cambio. En Gran Bretaña
se localizaban en Londres, Bristol, Plymouth y Southampton, y se comerciaba con
vino de Burdeos, pañería inglesa, lana merina, hierro vasco, aceite, especias y
azúcar. En Portugal existían colonias en Lisboa, Aveiro, Oporto y Viana do
Castelo, abundando la competencia genovesa y hanseática; allí comerciaban con
azúcar, especias y pastel. Por último, Florencia era la ciudad comercial más importante
del Meditérraneo para las colonias castellanas, adonde llevaban lana merina, y
los productos coloniales del azúcar, los colorantes y las especias.
Los ejemplos aportados, para
corroborar e ilustrar todo lo anterior, por Hilario Casado son el Consulado de
Burgos, los seguros marítimos burgaleses
y la Compañía Simón Ruiz. El Consulado de Burgos destaca, fundamentalmente, por
la importancia de su propio correo “privado”, para hacer la analogía. Muchos
mercaderes y hombres de negocios castellanos se beneficiaron del uso de este
correo, empezando por Simón Ruiz, que utilizaba sus servicios para algunas de
sus comunicaciones postales. Era también un centro de concentración y distribución
de información, pues a él llegaban datos
comerciales de diversa procedencia que eran ofrecidos a los interesados. La
importancia de este correo interno del Consulado le llevó a dotarlo de una
figura de autoridad que se encargara de su óptimo funcionamiento: el Maestro de
Correos, creado en 1538.
En Burgos radicaba uno de los
principales centros de adquisición de seguros marítimos de Europa, y el más
importante de la península. Realizaba unas 2000 pólizas anuales en el siglo XVI,
lo que podría explicarse por la abundancia de hombres de negocios adinerados
interesados en invertir en este artículo de riesgo; pero sobre todo responde a
una reglamentación legal que desde el siglo XV amparaba y regulaba estas
prácticas. Los seguros burgaleses eran contratados por mercaderes de muy
diversa procedencia internacional, lo que hacía imprescindible la disposición
de información abundante, precisa, fiel y veloz. Sólo una arquitectura de los
flujos de información con estas características habría permitido a la ciudad
mantener un negocio semejante, en cualidad y cantidad. La información necesaria
era de toda índole: nombre del interesado, nombre de la embarcación, productos,
valor de los mismos, nombre del maestre, localidad y residencia del
propietario, peligrosidad de la ruta para calcular el precio del seguro,
duración del viaje, etc. Además, claro, de la necesidad de datos precisos que
sirvieran para corroborar las testimonios referentes a siniestros y accidentes.
Por último, la Compañía de Simón
Ruiz representa el valor empresarial de la información y corrobora las
dimensiones que ésta adquiría en la preocupación de los hombres de negocio de
la época, llegando a ocupar las tareas relativas al correo postal buena parte
del tiempo de aquellos. El archivo de la Compañía, afirma Casado, es uno de los
mejores de carácter mercantil y financiero. Simboliza la eficacia con la que
Simón Ruiz llevaba el suministro de datos de toda índole. Se han contabilizado
56721 cartas y 21065 letras de cambio, por aportar algún dato que ilumine la
afirmación. Las cartas provenían de todo
tipo de lugares: Venecia, Praga, Viena, Hamburgo, Chile, Malta, México, París,
Londres, Génova, Bilbao, Sevilla, etc. Esto muestra una capacidad de gestión de
la información y un nivel de interconexión geográfica acaso insospechado para
muchos.
Uno de los puntos más interesantes,
en nuestra opinión, de este artículo es la insinuación que Casado hace de la
naturaleza de un posible estudio postal sobre el archivo de la Compañía. Es una
disciplina que desconocíamos, y que consiste en el análisis pormenorizado de
las cartas enviadas y recibidas, capaz de aportar una enorme cantidad de
información al historiador. Va desde un estudio de los tipos de envío
(marítimo, terrestre, urgente, ordinario, mediante emisario, junto a la
mercancía, etc.), hasta, por ejemplo, estudios interesantísimos sobre la
velocidad de transmisión del correo, contabilizando el número de días que
tardaban las cartas en llegar a su destino. Pero también toca otros muchos
temas, tales como el precio del correo, que, según Casado, disminuyó
notablemente en la época marcada; el lugar de pago, la legislación e
instituciones encargadas de gestionarlo, e incluso, para nuestra sorpresa, de la
desinfección de las cartas, práctica que, según parece, era llevada a cabo por
Simón Ruiz.
En último lugar, el autor expone
algunas conclusiones. Entre ellas está, como ya cita al principio del artículo,
una patente falta de estudios en el tema de los flujos de información, donde
parece haber un filón aún sin explorar. Pero, más importante aún, la conclusión
definitiva es que, contra lo que creía, el nivel de transmisión de la
información e interconexión de los nodos de esa red mercantil es mayor del que
imaginábamos. El volumen de datos movido en la época es insospechado y la
actualización de los mismos también, constituyendo un factor imprescindible en
los motivos de éxito de los negocios.
Como anexo a este análisis, hacemos
dos recomendaciones finales. Una, como comenté en la clase correspondiente,
consistente en el valor del artículo descrito para el estudio sobre los
procesos de globalización que realiza un grupo de la clase. La otra es, si este
artículo suscita el interés de algún compañero, la lectura de otros artículos del
mismo autor relacionados con la cronología y el tema de este, que pueden ser
especialmente útiles para el grupo de trabajo de mencionábamos, ocupado de la
globalización:
-
CASADO ALONSO, H., “Comercio y
mercaderes en el Valle del Duero (siglos XVI y XVI), Estudios de Historia de España, 2010, nº12, 1, pp. 93-116
-
CASADO ALONSO, H., “El mercado internacional
de seguros de Burgos en el siglo XVI”, Boletín
de la Institución Fernán González, 1999, nº219, pp. 277-306.
-
CASADO ALONSO, H., “Los seguros
marítimos de Burgos: observatorio del comercio internacional portugués en el
siglo XVI”, Revista da Faculdade de Letras.
Historia, 2003, nº4, pp.213-242
-
CASADO ALONSO, H., “El comercio del
hierro vasco a través de los seguros marítimos burgaleses (1565-1596)”, Itsas memoria: revisa de estudios marítimos
del País Vasco, 2003, nº4, pp. 165-192
AUTOR: Lucas Canteras Zubieta
AUTOR: Lucas Canteras Zubieta
No hay comentarios:
Publicar un comentario