Nos encontramos en la Edad Moderna en un mundo
rural, por tanto la agricultura era la
piedra básica de la economía. En los comienzos de esta época era una
agricultura claramente de subsistencia. Pese
todo no era un mundo “aislado”. Las grandes ciudades eran casi
inexistentes, pese a esto la ciudad y el campo iban de la mano, y estaban
estrechamente relacionados pues la ciudad al ser minoritaria necesitaba del
campo desde el punto de vista económico.
Toda la economía dependía de la producción agrícola,
y las monarquías sabían de ello pues había impuestos que sacaban beneficios de
estas actividades (impuestos sobre estas prácticas, como las Tercias Reales en
Castilla, que era las 3/9 partes del diezmo). La aristocracia también dependía
de la agricultura, pues era su principal fuente de ingresos al arrendar sus
tierras.
La agricultura era un factor decisivo pues
conformaba la demanda de bienes económicos (manufacturas), pues las principales
industrias, como el textil (lana) también dependían del sector primario. El
comercializar estos bienes es otro punto de riqueza (comerciar con esos
productos agrícolas). En conclusión toda actividad económica pasaba de forma
directa o indirecta por el mundo agrícola.
La baja producción está ligada por un lado al poco
desarrollo tecnológico (utilización de materiales como madera o cobre, escaso uso
de fertilizantes, mala gestión de las tierras…). Por otro lado las dificultades
en el transporte de la materia eran evidentes, el marítimo era el más
desarrollado y el terrestre era poco seguro, con comunicaciones poco fluidas.
Tercero porque el cultivo de cereal era inmensamente mayoritario, casi con el
“monopolio”, donde predominaba la avena y de menor importancia la vid y el
trigo en el mediterráneo, y en la zona atlántica la cebada, avena, trigo y otras.
El cereal se cultivó mayoritariamente por riqueza en hidratos de carbono, por
su fácil acumulación y por su resistencia al tiempo sin estropearse, además
también servía para alimentar a los animales, y no requieren cuidados muy
grandes por parte del agricultor. Todas estas facilidades unidas a epidemias,
hambrunas y otras calamidades hacen que los agricultores aseguraran a la hora
de dedicarse a un cultivo y no “arriesgaran” y por ello no innovaran.
Además la técnica del barbecho siguió vigente de
manera mayoritaria hasta el siglo XVIII más o menos.
El concepto de propiedad de la época tiene dos vertientes,
una de ellas ligada al usufructo y la otra vinculada a la jurisdicción (la
capacidad de juzgar en primera instancia). Cuando ambas coinciden hablamos de
feudalismo, mientras que en la Edad Moderna se acentúa el doble concepto de
propiedad, prevaleciendo la jurisdicción (mientras que el usufructo podía ser
del rey, de un campesino etc.). En la Edad Moderna se procederá a la venta de
jurisdicciones, aunque también podía coincidir usufructo y jurisdicción.
Se va a producir una “privatización” de tierras.
Consideraremos tierras públicas a los terrenos concejiles, los cuales pueden
ser propios o comunes. A lo largo del siglo XVI, con la revolución de los
precios, la tendencia de los ayuntamientos será el de aumentar el arrendamiento
de los bienes propios. A partir de ahí, los ayuntamientos dedicarán más tierras
del común a tierras de propios. Los arrendamientos suben. Los titulares de
estos arrendamientos serán las élites municipales. A partir de 1570, estas
élites se irán quedando con estas tierras, ya que los ayuntamientos están
endeudados y necesitan cada vez más dinero, por lo que venderán los terrenos.
De tal forma los propios, que en muchas ocasiones pertenecían anteriormente a
los comunes, pasan a manos privadas, y de ahí la privatización. Esto da lugar a
un proceso de oligarquización muy fuerte; este proceso es común en Europa.
En el siglo XVI el cereal subió de precio, por lo
que las élites que poseían la propiedad de la tierra se vieron beneficiadas, ya
que las tierras también suben de precio. Al campesinado con alguna propiedad
este proceso también le beneficia en cierta medida, pero a la mayoría que eran
campesinos sin tierras se vieron perjudicados, ya que los salarios no subieron
al mismo ritmo que los precios, por lo que los campesinos perderán poder
adquisitivo. Esto llevó a la migración de muchos jornaleros a las ciudades,
donde sus condiciones de vida serán más difíciles aún.
En los Países Bajos, se va a desarrollar el primer
modelo de agricultura científica. Existirá un mayor equilibrio entre ganadería
y agricultura, por varios puntos. El primero de ello era el control del cereal
polaco, serán los grandes intermediarios entre la recogida del cereal en
Polonia y su distribución por Europa, lo cual les permitirá no cultivar cereal
con la misma necesidad que otras zonas europeas, por lo que su cultivo se puede
diversificar. Esto está relacionado con que fueran los grandes armadores del
siglo XVII. En segundo lugar, tenían un tejido urbano desarrollado, con dos
consecuencias positivas para su agricultura, la primera es que será la primera
zona europea que utilizará los residuos urbanos como abono, y la segunda será
que el tejido urbano facilitó que hubiera una capacidad de compra muy alto.
Detrás de ese dinero se esconde la posibilidad de reinvertir una parte, la
posibilidad de comprar, y también la existencia de estructuras que hicieran
posible esas compras, un sistema financiero importante. Todo ello está
relacionado con el propio sistema sociopolítico, de alguna manera también
diferente al resto de Europa. En primer lugar, casi la mayoría de las tierras
estaban en manos campesinas, siendo aproximadamente la mitad de ellos
propietarios; incluso los campesinos no propietarios poseían derechos
consuetudinarios muy favorables, esto hacía que la muerte de un ocupante no
fuera el fin de la explotación de la familia. Todas estas estructuras sociales
van a fraguar un sistema político donde las ciudades, estos sectores medios de
artesanos, campesinos propietarios etc., tendrán un papel principal, pudiendo
invertir en deuda pública, en compañías comerciales etc. El último factor será
la agricultura científica, con el pólder como obra maestra, también con
tecnología de molinos de viento, mejores arados más resistentes…
Manuel Cano.
Cristian Pavón.
José Moreno.
José Ron.
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