Sin duda cuando nos mencionan a
Adam Smith lo primero que se nos viene a la cabeza son conceptos como
liberalismo económico, libre mercado o capitalismo, lo que se suele asimilar
con un exacerbado deseo de la no intervención
del estado en la economía nacional. El pensamiento de Adam Smith, plasmado en La riqueza de las naciones, ha sido
parcialmente mal interpretado, o incluso, tergiversado en muchos de sus puntos.
Uno de los mismos, y en el que centraremos la reflexión, es sobre su teoría de
la “mano invisible”.
En esta teoría, Adam Smith, afirma
que hay una fuerza oculta y abstracta en el interior del hombre que le empuja
al enriquecimiento personal, algo que si que podemos encuadrar en algunos de
los principios nuevos que acaba potenciando el liberalismo, como es el
individualismo. El hecho de que un individuo se enriquezca era, en la visión de
Adam Smith, un elemento plenamente positivo para el bien común, pues alrededor
de un ciudadano enriquecido se generan una serie de nuevas posibilidades para
otros ciudadanos en el sentido de que se le va a posibilitar aumentar su
volumen de gasto generando demanda. Hasta este punto vemos una lectura de la
situación bastante lógica. Pero, ¿qué concibe hoy en día la opinión general
acerca de la teoría de la “mano invisible”?
La opinión actual acerca de la
teoría de la “mano invisible” es que es una teoría económica que va a
justificar la no intervención del Estado en la economía basándose en la
creencia de una fuerza natural que va a estructurar por sí solo un sistema o
mercado, ausente de desajustes. Como se puede apreciar las diferencias sobre lo
expuesto por Smith, y lo que hoy llega al conocimiento general es plenamente
diferente. ¿Por qué se ha producido un proceso de tergiversación de la teoría
de la “mano invisible”?
Para empezar debemos analizar que
supusieron esas teorías en la práctica. No cabe duda que inician un proceso de
cambio importante, que pese a todo ya se comienza a fraguar desde momentos
anteriores no siendo un cambio plenamente espontáneo, que inician un crecimiento
industrial y económico en Europa (con matices importantes) sin precedentes.
Este crecimiento produce la creación de un importante estrato social que se ha
beneficiado y enriquecido con este profundo cambio, esos inversores y/o
propietarios de ese nuevo sector industrial (de nuevo matizando que no es un
proceso homogéneo de toda Europa), sector que de manera voluntaria o
involuntaria pudo tergiversar estas ideas, favoreciendo un marco de
intervencionismo económico mucho más leve que en los periodos anteriores, algo
claramente favorable a ellos mismos.
Sin duda, aunque esta visión
pueda estar más acorde con una lectura historiográfica de tipo marxista, no hay
demostración fuerte de la misma, incluso pudiendo ser un tanto incompleta pues
es una explicación excesivamente simple para poder explicar una serie de
cambios económicos y sociales tan complejos. La aclaración y la explicación de
esta teoría de una manera óptima y real debe ser una importante acción a llevar
a cabo, al igual que otros muchos de los principios que en La riqueza de las naciones expone el pensador escocés.
Manuel Cano Ruiz-Ocaña.
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