Saludos a todos una vez más, hoy os traigo, en relación al temario de las últimas clases, un texto donde en mi opinión se aprecia de forma clara la mayoría de los elementos mercantilistas que hemos estado estudiando, y que seguro que os ayudará a entender mejor el temario. Al final del mismo os expongo mi punto de vista (no sólo a nivel económico, sino también político), aunque por supuesto os animo a que debatáis conmigo en los comentarios.
![]() |
Busto de Colbert, por Antoine Coysevox |
Las cosas fáciles, o no producen nada, o poca gloria y escasas ventajas; las difíciles, lo contrario. Si a la natural pujanza de Francia el Rey puede unir la que la industria y el comercio pueden producir, por pocas reflexiones que se hagan sobre el poder de las ciudades y de los Estados que tienen parte importante de este arte y de esta industria, se deducirá fácilmente que la grandeza y el poder del Rey aumentarán prodigiosamente [...].
Francia sólo tiene actualmente 200 barcos [...]; los holandeses tenían en 1658, 16000. Y es solo un interrogante el que todo interés y la protección del Rey puedan aumentar los barcos de nuestros súbditos en ocho o diez años de tiempo a 2000 [...]. El poder del Rey en tierra es superior a todos los de Europa, pero en mar es inferior. Este es el único medio de igualarlo [...].
Conviene ver en detalle el estado a que está reducido el comercio. Pero el comercio interior y de puerto a puerto: las manufacturas de paños y sargas y otros tejidos de esta calidad [...] y en general todas las demás manufacturas estuvieron y estarán todavía casi enteramente arruinadas.
Los holandeses la han estorbado y nos traen las mismas manufacturas para sacarnos a cambio los géneros necesarios a su consumo y a su tráfico, mientras que, si estas manufacturas estuviesen establecidas ya, no solo tendríamos para nuestro uso, de manera que estarían obligados a traer el dinero contante que retienen ellos, sino que incluso tendríamos para exportar fuera, el único fin del comercio y el único medio de aumentar la grandeza y el poder de este Estado [...].
Creo que no habrá dificultades en aceptar este principio: que la abundancia de dinero en un Estado no difiere de su grandeza y de su poder. De acuerdo con este principio, es cierto que sale todos los años fuera del reino, en géneros crudos necesarios para el consumo de países extranjeros [...] por valor de doce o trece millones de libras. He aquí las minas de nuestro reino, por la conservación de las cuales debemos cuidadosamente trabajar.
Los holandeses y demás extranjeros están en guerra perpetua con estas minas, y la han hecho tan bien hasta ahora que aunque esta suma debería entrar en el reino en dinero contante y producir, en consecuencia, una prodigiosa abundancia, nos la aportan en diversas mercancías, bien de sus manufacturas, bien de las que sacan de países extranjeros por los dos tercios de esta suma, de forma que no entra cada año en el reino, en contante, más de cuatro o cinco o seis millones de libras [...].
Otra de las ventajas que produciría la entrada de una mayor cantidad de dinero contante en el reino es con toda seguridad que un millón de pueblos, que languidece en la holgazanería, ganarían su vida en la navegación y en los puertos de mar; que la multiplicación casi al infinito de los barcos multiplicaría la grandeza y poder del Estado.
Lo primero que llama la atención del texto es la forma en la que Colbert se refiere al Estado francés. Tras un turbulento siglo XVI, Luis XIV ha heredado de la dinastía Valois un país que ha perdido todo el protagonismo internacional y sumido en una división religiosa entre protestantes (calvinistas) y católicos. Si bien es cierto que con el fin de los Valois y con la llegada de los Borbones en la figura de Enrique IV (1553-1610), la situación religiosa se había pacificado gracias al Edicto de Nantes (1598), no será hasta la llegada de Luis XIV cuando Francia recupere el protagonismo internacional, aprovechando el declive de la rama española de los Habsburgo tras la Paz de los Pirineos (1659). En el texto, se refleja en frases como << […] natural pujanza de Francia […]>> o << […] el poder del Rey en tierra es superior […]>>, en lo que es un ensalzamiento de las políticas de Luis XIV, que no será hasta 1688 cuando sus políticas le llevan a una fase de <<declive>>, por lo que el discurso se sitúa en un punto donde las políticas internacionales (y también las de carácter intestino) de Luis XIV están teniendo un tremendo éxito. No es de extrañar entonces la vanidad con la que Colbert impregna su discurso, del que se puede extraer que una Francia mejorada a la manera de sus políticas no tendría rival en el marco comercial internacional.
A nivel económico, en el texto se aprecia muy fácilmente muchas de las características mercantilistas propias de los Estados Modernos europeos. Para empezar, la acumulación de capital es decisiva a la hora de determinar la grandeza y prestigio del Estado, mediante la acumulación de metales preciosos y una balanza comercial favorable. Aquí deberíamos detenernos para señalar que el mercantilismo impulsará el libre comercio, pero con una contradicción, pues como vemos, la intervención estatal en absolutamente todos los niveles de actividad económica. Además, sólo se potencian las exportaciones, mientras se cierran a las importaciones <<no solo tendríamos para nuestro uso, [...] sino que incluso tendríamos que exportar>>, lo cual, aplicado a nivel internacional, sería perjudicial para todos los estados que participasen de ese modelo económico (de ahí que se busque el comercio con las colonias. Como vemos, también hay ciertos rasgos autárquicos, ya que para tener una balanza de comercio favorable hay que aglutinar los productos nacionales, de forma que puedan autoabastecer al Estado. Otra característica muy llamativa del texto es el impulso que Colbert dirige hacia las manufacturas. Ésta es otra característica del mercantilismo, favorecer la “industria” mejor percibida que la actividad agrícola, ya que era más rentable.
Por último, aparte del bullonismo ya comentado, observamos que en el último párrafo se hace gala de otra característica del mercantilismo, el poblacionismo, esto es, la creencia en que el Estado es más rico cuanta más población tiene. Colbert aborda este punto de una manera muy realista, pues no sólo se necesita grandes contingentes de población, sino también que participen de la actividad económica. ¿Una especie de reivindicación del pleno empleo? Además, Colbert defiende la idea de invertir esos capitales para mejorar la "industria", que a su vez les reportarían más beneficios, en una especie de círculo vicioso que sólo puede aumentar la riqueza del país.
Bibliografía
(1) El texto está sacado de LOPEZ CORDÓN, María Victoria y MARTÍNEZ CARREARAS, José: Análisis y comentarios de textos históricos II. Edad Moderna y Contemporánea, Madrid, Alhambra, 1982, pp. 138-39.
(1) El texto está sacado de LOPEZ CORDÓN, María Victoria y MARTÍNEZ CARREARAS, José: Análisis y comentarios de textos históricos II. Edad Moderna y Contemporánea, Madrid, Alhambra, 1982, pp. 138-39.
(2) Apuntes de Hª Económica de la Edad Moderna y de Hª de la Edad Moderna en España y Europa II.
No hay comentarios:
Publicar un comentario